jueves, 20 de mayo de 2010

CRISTO COMO EL UNICO Y SUFICIENTE SALVADOR

CRISTO COMO EL UNICO Y SUFICIENTE SALVADOR (Hechos 4:12)

En primer lugar creo en lo que la Biblia nos dice sobre el bautismo: el acto del bautismo forma parte del evangelio de Cristo y así lo enseñamos, predicamos y practicamos en nuestra comunidad. El bautismo de infantes que practica el catolicismo cae por su propio peso al no tener fundamento bíblico, los niños recién nacidos no tienen pecado, ni conciencia de pecado.

Si algo he aprendido a lo largo de mi servicio es cuidarme de presentar una afirmación absoluta desde un solo versículo si no cuento primero con todos los pasajes análogos que confirman un asunto doctrinal y no aislarlo de su contexto. Estoy plenamente de acuerdo en la necesidad del bautismo como un paso establecido por la Biblia para alcanzar la salvación provista únicamente por Jesucristo, eso es una verdad bíblica incuestionable y todos los patrones de conversiones que encontramos en el Nuevo Testamento culminan con el acto del bautismo como mandamiento de Cristo y parte de la predicación del verdadero evangelio por los apóstoles y evangelistas.

En la Biblia solo se habla de un único y suficiente Salvador nuestro Señor Jesucristo, no se habla nunca de dos salvadores. Ese es el problema teológico de afirmar desde un solo pasaje una doctrina bíblica. El bautismo por sí mismo no salva, en ningún lugar del Nuevo Testamento se afirma que existe otra razón de nuestra Salvación que no sea la persona divina de Jesucristo, es un problema no de contenido sino de presentación correcta del plan de salvación.

Somos salvos por gracia mediante la fe en Jesucristo, no hay otra fórmula, Dios no es hombre para cambiar ni para contradecirse en algo tan vital como la salvación, esa es la santidad de su naturaleza moral, esa es la gran gloria de nuestra fe. Los hombres del Antiguo Testamento se salvaban por pura gracia mediante la fe, tenemos a mano la Biblia para confirmar esto. En el Nuevo Testamento los hombres y mujeres del Nuevo Pacto en la sangre de Cristo se siguen salvando por este principio invariable, esta vez mediante la fe en Jesucristo y según los pasos establecidos en el Nuevo Testamento y los ejemplos aprobados que encontramos en las conversiones narradas donde el bautismo es uno de los requisitos donde por gracia mediante la fe en el Redentor recibimos el perdón de nuestros pecados y el don del Espíritu Santo.

El gran error de las iglesias protestantes y evangélicas no está en enseñar que debemos aceptar a Jesucristo pues esto es la base de nuestra fe, el error de las iglesias evangélicas es en no admitir que el bautismo forma parte del plan de salvación y que en ese acto se recibe el perdón de pecados y el Espíritu Santo, tal como lo afirma la Escritura.

En 1 Pedro 3:21estas nueve palabras no pueden ser sacadas del contexto para afirmar categóricamente que hay una obra que nos salva. Analicemos este texto correctamente "el bautismo que corresponde a esto ahora nos salva", y ¿Qué es esto a lo cual corresponde el bautismo ahora? El bautismo no salva ni nunca va a salvar a nadie si no está insertado en el plan de salvación, el bautismo corresponde a la economía salvífica establecido en el Nuevo Testamento, corresponde al Evangelio de Jesucristo, corresponde a la obra redentora efectuada única y suficientemente por Jesús en la cruz del Calvario, por que Cristo es el único que salva, Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. El contexto de 1 Pedro 3:21 no puede ser aislado, Pedro recalca bien el significado simbólico de este acto: ni la inmersión, ni el agua poseen un don de salvación ni mucho menos de purificación, en este acto se destaca la obediencia al plan divino de todo aquel que al arrepentirse desea fervientemente “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios”, ante su poder manifestado “por la resurrección de Jesucristo”

La única autoridad digna de dar respuesta a esto es la Biblia y ella nos enseña que estamos comisionados como iglesia del Señor para anunciar al mundo pecador las Buenas Nuevas de Salvación: 1- que Dios se ha manifestado en carne en la persona de Jesús dando cumplimiento a las promesas de Dios para nuestra salvación, 2- que nuestro Señor reveló definitivamente el amor y la voluntad de nuestro Padre celestial en sus enseñanzas del Reino, 3- que este JESUS fue crucificado, muerto por nuestros pecados, sepultado y resucitado por el poder de Dios, y ascendió al cielo y sigue intercediendo por todos los cristianos fieles, todo esto lo podemos apreciar en el primer sermón de Pedro en el libro de los Hechos donde acto seguido se culminó el anuncio del evangelio con el bautismo de los que oyeron, creyeron, invocaron el nombre de Cristo y se arrepintieron.

A partir de este momento después de la predicación del evangelio en Pentecostés el bautismo está conectado con la conversión como requisito indispensable del plan de salvación (Hch.2:38, 2:41), es el sello final de la unión por la fe con Cristo y recibimos el don del Espíritu Santo:
(2 Timoteo 2:19) “pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”
(Efesios 1:13) “en el también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en el, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”
Es señal del nuevo pacto de gracia por la muerte sacrificial, la resurrección y el perdón de pecados por parte de Cristo
(Heb.9.15) “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna”
(Heb.13.20) “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno”
(Rom.11.27) “Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados”

En el momento del bautismo por la gracia de Dios y mediante nuestra fe recibimos el Espíritu Santo después de ser justificados y somos adoptados como nuevas criaturas en la familia de Dios, coherederos junto con Cristo de la herencia del nuevo pacto.
Pero el bautismo nunca tiene “en sí mismo” el poder de salvación que únicamente aplica al Redentor, esto es lo que conclusivamente enseña la Palabra de Dios.

La enseñanza general de la doctrina bíblica de la salvación no se puede presentar de otra manera: somos salvos por gracia mediante la fe en Jesucristo. No hay verdades proclamadas por iglesias “evangélicas”, solamente hay verdades bíblicas y si así están en la Biblia hay que ser humildes y reverentes. Efesios. 2:8-10 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Por supuesto que la fe debe ir acompañada de las obras, sino seria una fe falsa y así lo enseña el apóstol Santiago, pero las buenas obras que Dios preparó de antemano no son más que los frutos de la fe y que naturalmente deben seguir a nuestra conversión. De forma general la Biblia nos enseña que las obras nunca podrán sustituir a la fe en Cristo, ni el amor de Dios derramado en nuestros corazones “para que nadie se gloríe”, las buenas obras no pueden quitar nuestros pecados ni resisten el juicio divino si no tenemos el fruto del Espíritu. Definitivamente somos salvos por gracia, un don que nunca será de nosotros, y por la fe en Jesucristo y la Palabra de Dios.

(1 Co 13.1-3) “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”