martes, 29 de noviembre de 2011

Nunca existió un gobierno consistente en un concilio de apóstoles

Cuando la iglesia comenzó en Jerusalén en ningún momento se constituyó “de facto” un gobierno (regencia, jefatura, régimen) consistente en un concilio integrado por los apóstoles, no existe ningún fundamento bíblico que así lo confirme. Cuando el Nuevo Testamento habla de un “concilio” en Jerusalén está refiriéndose a una reunión (asamblea, convención, consejo) de líderes cristianos, no a un gobierno, en Hch.15 sucede esta reunión entre “los apóstoles y los ancianos” en Jerusalén por un asunto meramente circunstancial: tratar asuntos de doctrina y en su contexto tiene un carácter bien definido: el rompimiento con la ley mosaica, “la salvación era por fe tanto para judíos como para gentiles” (v.11) y la confirmación de principios básicos de la fe cristiana: “que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre” (Hch.15:19–20). No es lo mismo gobernar que conciliar que significa: armonizar, ajustar, coordinar, unir, mediar, eso fue lo que significó el Concilio de Jerusalén y el resultado que el Espíritu Santo decidió.

El Nuevo Testamento que es única regla de fe y práctica para la iglesia de Cristo nos enseña que los apóstoles fueron hombres llamados por Dios para desarrollar un ministerio único y no permanente en nuestros días y cuyo propósito queda bien claro en las Escrituras: ellos fueron llamados de forma singular para echar los cimientos o fundamentos doctrinales de la naciente iglesia del Señor. El ministerio apostólico cesó al morir el último de los apóstoles, este grupo de hombres nos legaron la sana doctrina de la iglesia con fidelidad y perseverancia, nada ni nadie puede añadir o quitar a los textos sagrados del Nuevo Testamento, que por demás son inspirados plenamente por el Espíritu Santo.

El propósito del ministerio apostólico

Es innegable que al cumplir el propósito para el cual fueron comisionados los apóstoles por Cristo de establecer de una vez y por todas el patrón doctrinal, estos santos hombres fungieron teóricamente como supervisores doctrinales en cuanto a la correcta predicación del evangelio y la instrucción posterior del pueblo del nuevo pacto, pero nunca se erigieron como un poder o gobierno central sobre las iglesias de Cristo locales, todo lo contrario, fueron bien claros en cuanto a la necesidad de establecer ancianos/obispos/pastores en cada iglesia y dejaron firmemente esclarecido el fijar el límite de sus funciones única y exclusivamente a la congregación local donde debían servir. En el Nuevo Testamento los apóstoles nunca se declararon como Ancianos u Obispos de determinada congregación, ni entre los judíos ni entre los gentiles, ellos siempre se nombraban cuando era necesario como apóstoles de Jesucristo.
Ninguno de los apóstoles reclamó para sí el derecho de gobernar sobre otras iglesias locales, inclusive aquellas iglesias que ellos mismos habían organizado. Los apóstoles urgieron a los primeros evangelistas y predicadores que organizaran inmediatamente en las iglesias locales a los ancianos, obispos y diáconos, un ejemplo lo encontramos en Hch.14:23. El Nuevo Testamento enseña muy rotundamente que no había distinciones entre ancianos, obispos y pastores, siempre observando la pluralidad en el liderazgo este grupo de hombres actuaban siempre en equipo con criterios unánimes, auxiliados siempre por los diáconos aprobados,

La apostasía de la iglesia comenzó atacando el gobierno local de las iglesias de Cristo buscando centralizar el poder. Después de la edad apostólica se desarrolló el llamado obispado monárquico, o sea, el gobierno de un obispo sobre varias iglesias. En el desarrollo del obispado monárquico se distingue el obispo metropolitano, o sea, un obispo gobernando las iglesias en una capital o ciudad capital de determinada provincia romana. El obispo metropolitano vino a ser considerado con el tiempo en una especie de patriarca, el patriarca de Roma se constituyó definitivamente en cabeza de la iglesia en el occidente del imperio y fue reconocido como el “Papa” (padre en latín). Precisamente la piedra angular de la gran apostasía de la iglesia católica es la sucesión apostólica, basado en un presunto gobierno que ejercieron los apóstoles.

Los protestantes y la autoridad Papal.

A partir de la Reforma nunca las iglesias protestantes y evangélicas han reconocido al “Papa” romano como la autoridad de la iglesia. Aunque en sus estructuras de gobierno han reproducido su pirámide jerárquica.

Las iglesias de Cristo y su autonomía e independencia funcional.

La principal marca teológica y bíblica que distingue radicalmente a las iglesias de Cristo de las Denominaciones Protestantes y Evangélicas es la autonomía e independencia funcional (nunca de la Palabra) de las iglesias locales. El principal mal que puede acontecer a las iglesias locales es el no seguir perseverando en el patrón neotestamentario. Uno de los objetivos de Dios al diseñar tal patrón está dirigido a evitar la tentación del poder y la corrupción.

La corrupción del patrón organizativo de la iglesia se manifiesta cuando el hombre que llega a ostentar el poder pone por delante sus propios intereses mezquinos anulando así los derechos y libertades de aquellos que debe representar y traicionando la responsabilidad que Dios ha puesto en sus manos, este fenómeno no es más que una consecuencia de la codicia. De esta forma el líder sucumbe ante la fama, el dinero y el poder, deja de ser un legítimo siervo y sacrifica la integridad moral de su llamado por la obtención de bienes ilegítimos, para conservar este poder rueda cuesta abajo y echa mano a los sobornos, el chantaje, la mentira y la coerción, mucho son los que sufren las consecuencias de la codicia. La tentación siempre está presente y debemos vigilar que la corrupción no eche raíces, el peor enemigo de la iglesia no está afuera,… habita en su interior como el grano de la levadura.

domingo, 27 de noviembre de 2011

UNION DE LO DIVINO-HUMANO EN JESUS: UN MISTERIO DE DIOS.

La unión de lo divino y lo humano en Cristo desde su nacimiento era muy natural para sus seguidores. La iglesia durante siglos siempre ha estado consciente del misterio que entraña esta unión en nuestro Señor, pero asumió desde el principio esta realidad y por pura fe nunca ha visto nada extraño o antinatural en este aspecto de la vida de nuestro Redentor. La iglesia, desde el primer siglo cree y confiesa sin reparos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, el Verbo eterno encarnado con todos los atributos de nuestra humanidad y así lo predica al mundo ▄ indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria (I Tim.3:16). Una de las principales herejías que tuvo que enfrentar la iglesia desde su mismo comienzo fue la de grupos de cristianos gnósticos y posteriormente sobresalieron el marcionismo y el montanismo (consultar Suplemento al final del estudio).
El apóstol Juan refutó a aquellos primeros herejes que negaban la humanidad total de Cristo cuando escribió ▄ Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto (I Jn.1:1-2). La prueba más contundente es que Jesús habló de si mismo como hombre cuando dijo ▄ Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios (Jn.8:40). Nada puede ser más claro en las Escrituras que el hecho de que Cristo poseyó un cuerpo de «carne y sangre» como todos los demás individuos, por tanto también es falso afirmar que ocurrió una transmutación, o transubstanciación en su persona.
EL CRISTO SIN PECADO. El pecado no pertenece a la naturaleza humana original, entró al mundo después de la caída de Adán y Eva. La naturaleza que Cristo adoptó no estaba bajo la esclavitud del pecado ya que teniendo a Dios como su Padre el nacimiento de Cristo no fue derivado de una naturaleza netamente carnal y esclava del pecado, sino una unión entre la naturaleza humana con la Deidad que en el mismo acto de engendrar (en una virgen) fue santificada y redimida esta naturaleza. La Escritura misma declara que durante su ministerio terrenal Cristo no cometió pecado, “el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (I P.2:22). Como niño fue filial y obediente (Lc.2:51); como joven fue respetuoso y dócil (Lc.2:52) y como hombre ▄ santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores,…que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo (Heb.7:26-27). Uno de los grandes misterios del evangelio de nuestro Señor consiste en que Cristo, habiendo de tal manera tomado nuestra naturaleza, «no perdió su identidad divina» y habiendo sido sin pecado sin embargo llevó las consecuencias de nuestros pecados, esto motivó al apóstol Pablo a rogar ▄ a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio (Ef.6:19)

SUPLEMENTO SOBRE LOS PRIMEROS MOVIMIENTOS APOSTATAS y enseñanzas erróneas surgidas durante el desarrollo de la Cristología en la iglesia.

El GNOSTICISMO. El gnosticismo (del gr. gnosis que significa: ciencia, conocimiento, sabiduría, entendimiento) era en principio una creencia pagana orientalista de carácter sincrético que también asumió, tergiversándolas, doctrinas de la religión cristiana ya que también creían en la necesidad de la redención del hombre y consecuentemente creían en la persona de Cristo como dicho redentor. Pero el problema teológico fundamental de la enseñanza de estos gnósticos-cristianos, como era característico de las religiones griegas y orientales, radicaba en que desvinculaban a Dios de la materia. Para ellos Dios era ¨el no engendrado¨ y por su pureza y bondad absoluta no podía en ninguna forma relacionarse con el mundo material, que para ellos representaba el mal, tanto es así que los gnósticos planteaban que el mundo fue creado por otro dios inferior (el demiurgo). Por tanto los cristianos gnósticos no aceptaban totalmente la humanidad de Cristo, ya que humano era aparentemente.
Solo por medio de la ciencia o el conocimiento secreto (Gnosis) ellos comprendían, a diferencia del resto de los cristianos, el verdadero significado que encerraba el mundo espiritual: Dios, el hombre, el mal y la redención. Los gnósticos interpretaban las Escrituras y enseñanzas del Nuevo Testamento de una forma alegórica, para ellos los textos sagrados no correspondían a un mensaje contextual sino que poseían un sentido netamente espiritual. Pablo alertaba a Timoteo sobre la herejía del gnosticismo: ▄ Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia (gnosis), la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén (I Tim.6:20) El gnosticismo es básicamente un movimiento religioso esotérico[1] y eminentemente sincrético, o sea, una combinación de elementos religiosos provenientes de Grecia Siria y Palestina, fuertemente influenciados y permeados de las religiones dualistas persas, sobre todo del zoroastrismo, incluso ideas cristianas.
El gnosticismo se extendió y desarrolló de modo significativo durante los siglos II y III. La mayoría de las sectas gnósticas profesaban el cristianismo, pero sus creencias eran diferentes a las de la mayoría de los cristianos de la Iglesia primitiva. Su enseñanza se dirigía a la obtención de un conocimiento secreto del reino divino. Para los agnósticos chispas o semillas del Ser Divino cayeron desde el reino de lo espiritual hasta el universo material (que es malo en su totalidad), y fueron aprisionados en los cuerpos humanos. Los cristianos gnósticos creían firmemente en que solo mediante el conocimiento era posible volver a despertar a esos elementos divinos que al ser liberados de este modo volverían a su propia casa en el reino espiritual. Dios no era para ellos el creador de este mundo material y consecuentemente malo, sino otro dios inferior llamado el Demiurgo quien es el verdadero creador, por medio de la Sabiduría el Demiurgo creador forma de la materia que intrínsecamente mala a los hombres en los cuales están presentes los elementos espirituales buenos.
Es la «Sabiduría» quien crea Jesús, quien no es totalmente divino ni totalmente humano, por tanto Jesús realmente no se encarnó, no fue crucificado, no murió, sino que su esencia o ¨Eón¨ espiritual se separó de un cuerpo terrenal, por tanto tampoco resucitó. Hacia el siglo II, los maestros gnósticos cristianos habían sintetizado esta mitología con la especulación metafísica platónica y algunas tradiciones cristianas heréticas. Los gnósticos cristianos más importantes fueron Valentín y su discípulo Tolomeo, que fueron influyentes en la Iglesia de Roma durante el siglo II. Todos ellos, a la vez que seguían formando parte de la comunidad cristiana, se reunían en pequeños grupos para practicar sus enseñanzas y rituales secretos. EL MARCIONISMO. Esta herejía recibe este nombre de Marción, el líder de la comunidad cristiana en el Ponto (Asia Menor). Marción tenia una estrecha relación con el gnosticismo por lo que en su sistema teológico Cristo vino para revelar al Dios Padre hasta el momento desconocido, pero el cuerpo de Cristo no era material, aunque poseía esta apariencia, por tanto Jesús no padeció en la cruz. Marción echó a un lado la complicada mitología gnóstica pero no sus principios sobre la materia como algo malo, por lo que enseñaba que los cristianos debían vivir una vida ascética. Lo más importante en la vida de Marción pudo haber sido su canon de las Escrituras, que consistía en diez epístolas paulinas y el Evangelio según San Lucas (excluyendo relatos sobre el nacimiento de Cristo y los pasajes que implicaban la relación de Cristo con Jehová). Hasta donde se conoce este fue el primer intento de conformar un canon de los textos cristianos. Según Marción, el dios del Antiguo Testamento era el «demiurgo», un ser inferior que creó el mundo material. Este dios no era necesariamente malvado, pero no era equivalente al Dios y Padre de Jesús. En el pensamiento de Marción se produce una ruptura entre los dos Testamentos, así como entre Israel y la iglesia cristiana, y entre el Dios del Antiguo y el del Nuevo Testamento.
Para Marción el cristianismo estaba bajo el yugo del legalismo y Pablo era el único apóstol que había entendido el evangelio por lo que necesariamente el Nuevo Testamento estaba contaminado por su trasfondo judío, el decidió preparar su propia versión del Nuevo Testamento dejando solamente el evangelio de Lucas y las epístolas de Pablo excepto aquellas en las que el apóstol hace referencia de Dios como el Creador y como Padre de nuestro Señor Jesucristo, revisión de la cual tampoco escapó el evangelio de Lucas. Marción fue excomulgado alrededor del año 144 d.C. por la iglesia de Roma. Organizó a sus partidarios en una especie de iglesia o movimiento donde contó con muchos seguidores, hasta que alrededor del siglo VII el movimiento comenzó a declinar. Es importante señalar que la herejía de Marción sirvió de estimulo a la iglesia para revisar a fondo la cuestión de la Deidad manifestada en el Antiguo y Nuevo Testamento y de esta forma se aceleró el proceso de definición del canon de las Escrituras.
EL SABELIANISMO. Debe su nombre a Sabelius, el cual enseñaba que había solamente un Dios, que se manifestaba a si mismo primero como Padre, después como Hijo, y finalmente como Espíritu Santo. Esto no es una trinidad real tal como lo enseña la Escritura, sino una trinidad de manifestaciones, en su base es una concepción panteísta porque explica que el mismo Dios evolucionó en diferentes formas de manifestaciones.
EL MONTANISMO. A diferencia del gnosticismo y el marcionismo el movimiento montanista no entraba en contradicción en lo referente a Dios como Creador y Jesucristo como el Redentor, tal como lo concibe la fe cristiana. El problema fundamental del movimiento estaba en el papel del Espíritu Santo. El movimiento debe su nombre a Montano, un sacerdote pagano convertido al cristianismo. A pesar de su conversión Montano incorporó aspectos de su antigua religión a la nueva fe, sobre todo en lo concerniente al énfasis en lo netamente espiritual que alcanzaba su clímax en el llamado éxtasis. Montano se proclamó el instrumento mediante el cual se realizaba la dispensación extraordinaria del Espíritu Santo, a el se le unieron dos ¨profetisas¨, Priscila y Maximilla, las mujeres podían ejercer el liderazgo en la iglesia. Ellos anunciaron el eminente fin de los tiempos y que en Frigia se establecería la nueva Jerusalén. Los tres profetas del movimiento podían perdonar pecados, así como también aquellos miembros que demostraran un alto grado de espiritualidad. En sus enseñanzas se hacia un énfasis particular sobre la practica de la profecía y los dones espirituales que se debía evidenciar en el verdadero cristiano.
EL APOLINARISMO. Su principal figura es Apolinar, obispo de Laodicea (siglo IV). Enseñaba que la naturaleza humana de Jesús era incompleta, ya que Jesús poseía un cuerpo, pero no un alma humana, sino un alma animal de carácter inferior. EL ARIANISMO Doctrina elaborada por Ario, presbítero de Alejandría (siglo VI) que negaba la Deidad de Jesús, para el Cristo era el Verbo encarnado, pero no era divino, sino un ser creado por Dios en la posición mas alta como criatura intermediaria. Esta posición es el fundamento del unitarismo moderno y la enseñanza de los llamados testigos de Jehová.
RESUMEN: Ya en los primeros pasos de la iglesia aparece la apostasía y su primera intención, con diferentes matices, es negar o desvirtuar la realidad humana de Cristo o realzar su divinidad. Con una idea preconcebida sobre la divinidad como todopoderosa, no era fácil de aceptar para algunos grupos de cristianos que la humanidad de Jesús era presencia y revelación de Dios, por eso unos reducían la humanidad de Cristo a simples apariencias (docetismo), mientras otros cifraban la novedad de Jesucristo a una iluminación espiritual (gnosis) que solo podían recibir algunos escogidos. Los evangelios sinópticos declaran que Jesús es un hombre, ¨antropos¨ en griego, con su significado común y corriente. Es el apóstol Juan quien emplea el término con mayor frecuencia tanto en su evangelio como en sus cartas, donde con una clara intención teológica emplea los términos «hombre y carne» para destacar su condición humana, incluso el cuarto evangelio emplea juntas las dos palabras «gloria y carne»: ▄ Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (Jn.1:14). Jesús no es un ¨superhombre¨, ni un semi-dios al estilo de la mitología griega, tampoco carece de alma humana ya que su naturaleza humana no esta dividida, es una humanidad total, integra, el Verbo se hace carne tal y como la hierba hoy nace y mañana muere, de esta manera Dios en la persona de Jesús, entra en nuestra historia y corre la misma suerte del hombre común.
En la antropología bíblica la palabra «carne» designa a la persona humana en su condición terrenal y en relación con los demás. La Escritura nos enseña ▄ En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (I Jn.4:2-3)

[1] Del gr. σωτερικς. Oculto, reservado. Culto de misterio, llenos de secretos impenetrables o de difícil acceso para la mente. También identifica el tipo de doctrina que los filósofos de la Antigüedad no comunicaban sino a determinados elegidos dentro de sus discípulos.

Cristo se encarna en un mundo religioso, el evangelio no transita en terreno virgen, en una campana al vacío. Ya desde los tiempos antiguos los filósofos pretendían dar respuestas a las eternas interrogantes del hombre, ¿quienes somos?, ¿de donde venimos? La religión y el pensamiento griego predominaban en todo el mundo conocido del imperio romano, al igual que sus dioses mitológicos, las religiones orientalistas estaban de moda por su carácter mistérico que prometía a los hombres una buena relación con las divinidades del momento. En el desarrollo de la Cristología en la iglesia es importante fundamentarse en los hechos con respecto a Cristo solo y tal como se nos dan en los evangelios. Estos hechos, depuse de muchas controversias fueron agrupados finalmente por la iglesia en una declaración aceptada y autoritativa. Un examen histórico de los diferentes errores que aparecieron en la cristología es esencial para la comprensión de este asunto.
EL DOCETISMO (del griego dokein, ¨el Docetae¨ que significa: parecer, aparentar.) Herejía cristiana procedente del paganismo. Con profundas raíces en el helenismo y las religiones orientales, el docetismo sostiene que Jesús no era real como ser humano, sino que parecía serlo. Según algunos historiadores, esta herejía puede proceder de Alejandría, pero hay evidencias de que ya había partidarios de esa teoría en el primer siglo. Un alto grado de docetismo se encuentra en herejías como el gnosticismo y el marcionismo. Esta creencia, básica en el gnosticismo, aseguraba que el cuerpo terrenal de Cristo era solo una apariencia o fantasma y solo consideraban la vida terrenal de Jesús fue una teofanía extendida para explicar la unión de lo divino y lo humano en Jesús. EL EBIONISMO Uno de los primeros errores en la iglesia primitiva, originado por una secta judía dentro del cristianismo llamados ¨los pobres¨ (ebion), los ebionitas cristianos aceptaban a Jesús como el Redentor, pero no podían reconciliar en su fe el que Cristo también fuera divino, ya que judíos al fin se aferraban a la concepción estricta del monoteísmo hebreo. Para ellos es en el bautismo donde Jesús recibió la plenitud inconmensurable del Espíritu, lo cual lo constituyó en el Mesías y Salvador.

ESTADOS Y OFICIOS DE CRISTO.

Estados (etapas, momentos sazones)
Los estados de Cristo en su ministerio terrenal son dos: El estado de humillación y el estado de exaltación.
Los oficios (funciones, tareas, trabajos) de Cristo son tres: 1- Como Profeta, 2- Como Rey y 3–Como Sacerdote.

EL ESTADO DE HUMILLACIÓN

El estado de humillación. La Escritura nos habla de este estado durante su ministerio terrenal “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil.2:5-8).

Cristo, como Logos preexistente y como Verbo hecho carne necesitó para mediar en la obra redentora una renunciación dual, esto es, de lo DIVINO a lo humano y de lo humano a la CRUZ.
• Subsistiendo como segunda Persona de la Deidad encarnado en nuestra humanidad tuvo que hacer una renuncia de su yo divino -no estimó el ser igual a Dios- o como se traduce frecuentemente, como cosa a la que debía aferrarse, o sea, un despojarse del yo: sino que se despojó a sí mismo, esto es ¨se vació a si mismo¨, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.
• Subsistiendo en forma de hombre, había necesariamente tres pasos bien definidos en su humillación terrenal: (1) una renunciación de sí mismo -se humilló a si mismo¨, (2) una subordinación incondicional a la voluntad del Padre -hecho obediente hasta la muerte, (3) -y muerte de cruz, una perfección de su humillación como representante de la humanidad pecadora.

Cristo se despojó de la gloria que Él tenía con el Padre antes de la fundación del mundo, se vació de forma total y se despojó de todos sus atributos divinos a fin de tomar sobre si la forma de siervo subordinado a la voluntad del Padre celestial, y aun conociendo la voluntad del Padre (enfrentar el sufrimiento indecible y la muerte humillante en la cruz) se ofreció voluntariamente, en perfecta obediencia, bajo el control inmediato y directo del Espíritu Santo, el mismo que le engendró, le instruyó, le ungió para llevar a cabo su misión y que lo capacitó hasta el fin -gracias a su perfecta dependencia a el Padre- para ofrecerse a sí mismo, sin mancha como el Cordero de Dios.

LA EXALTACION. Este estado es producto de la voluntad y el poder de Dios en Jesucristo. Es aquel estado de Cristo en el cual Jesús puso a un lado las flaquezas de la carne de acuerdo con su naturaleza humana y reasumió otra vez su majestad “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hch.5:31). Esto se cumple en Pentecostés, remitirse a Hechos.2:38. La resurrección y la ascensión (Hch.1:3-11). Aunque la ascensión de Cristo a los cielos se narra como un evento posterior a la resurrección sin embargo en otros textos (Lc.24:26, 24:50-53) se deja bien claro como hechos que están unidos y enmarcados en la exaltación. Por tanto podemos tratar ambos hechos históricos como el evento último y culminante de la misión terrenal de nuestro Señor. Es un hecho histórico, atestiguado “con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hch.1:3).

El testimonio de los apóstoles y de los primeros discípulos es de un valor inmenso. Cristo volvió a la vida y se les apareció en carne y hueso de tal manera que pudieron reconocer su cuerpo como el de Aquel que había sido crucificado. El efecto más inmediato de las evidencias de la resurrección fue el cambio instantáneo y total que se llevó a cabo en las mentes de los discípulos. De un estado de incredulidad y desilusión, se transformaron en creyentes gozosos. La evidencia suprema de la resurrección siempre debe ser considerada en el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hch.2:32-33). “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Heb.8:1). La resurrección fue la comprobación y el testimonio divino del ministerio profético de Cristo y el don del Espíritu Santo es la prueba de su ascensión.

La presencia de Cristo sobre el trono no es sino el principio de su suprema autoridad que terminará cuando haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies (I Co.15:25), volverá a la tierra por segunda vez sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan (Heb.9:28) por lo que finalizará toda oportunidad de salvación. Su exaltación será completa solo cuando todas las cosas le sean sujetas y cuando El mismo sea coronado como Señor de todo Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (I Co.15:28).

• LOS OFICIOS DE CRISTO. El proceso mediatorio que principió históricamente con la encarnación y continuó a través de la humillación y la exaltación llegó a su perfección total en la reunión a la diestra de Dios Padre. Como Mediador la obra de Cristo es considerada desde tres puntos de vista: como Profeta, Sacerdote y Rey.

1. COMO PROFETA. Habló por medio de los ángeles, por medio de teofanías , de los tipos y de los profetas (I P.3:19-20). Como Verbo encarnado reveló fiel y perfectamente a los hombres la voluntad salvadora de Dios y su verdadero rostro, con toda autoridad divina y fue reconocido como Maestro (Mt.7:28-29, Jn.3:2). Después de su ascensión continua su ministerio mediador a través del Espíritu Santo quien ahora habita en la iglesia como Espíritu de la verdad. Cuando estemos en la presencia de Dios, en la ciudad celestial, será por medio de su humanidad glorificada que veremos y gozaremos la visión de Dios por toda la eternidad (Ap.21:23). Jesús, el profeta de un mejor pacto (Dt.18:18, 19) que cumple con los requerimientos del antiguo. Para los judíos religiosos del tiempo de Jesús nadie era mayor que Moisés. Por medio de él Dios había dado la Ley; Moisés fue la persona que Dios utilizó para trasmitir todo el sistema religioso israelita. Estaban conscientes también de que Dios había dicho que vendría otro profeta como Moisés. Cuando los fariseos le preguntaron a Juan el Bautista si él era el profeta (Jn.1:21), se estaban refiriendo a este pasaje de la Escritura. Así como por Moisés se constituyó el antiguo pacto, Jesús vino a traer el nuevo. El apóstol Juan nos dice: Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Jn.1:17). El escritor de Hebreos nos dice que Cristo fue el mediador de un mejor pacto (Heb.8:6). Jesús, como profeta, vino a cumplir los requisitos del antiguo pacto, para que el nuevo pacto pudiera ser establecido entre Dios y la humanidad. El hecho de que se consideraba a Jesús como algo más que un maestro judío común queda expresado en el término profeta (Mt.21:11, 46; Mr.6:15, 8:28, Lc.7:16, 39; 24:19, Jn.4:19, 6:14, 7:40; 9:17). -COMO

2. COMO SACERDOTE. Este oficio del Salvador incluye tanto (1) el sacrificio, (2) el cambio de ley y (3) la intersección. Él se ofreció a si mismo (Heb.7:27), fue al mismo tiempo la Ofrenda y el Dador de la ofrenda, que conjuntamente con su muerte, resurrección y ascensión conforman la redención y la expiación . que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre (Ro.3:24-25). Fue en la víspera de su crucifixión que nuestro Señor asumió su función sacrificial –expuesta primeramente por la institución de la Cena del Señor y su oración de consagración en Jn.17:1-26. En consecuencia la cruz viene a ser el centro o núcleo del evangelio anunciado por los apóstoles “pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (I Co.1:23). “cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Co.2:1-2). Con su muerte en la cruz Jesús anula la ley mosaica dada en el Sinaí (las tablas de la ley) para poner en vigencia el Nuevo Testamento (Col.2:13-15) ya que con el cambio de sacerdocio también cambiaba la ley (Heb.7:11-12). En la cruz nuestro Sumo Sacerdote establece y es fiador de un Nuevo Pacto (Heb.5:1-2, 7:18-22, 9:15-18, I Co.10:16; 11:24-26). Su sacrificio fue un acto voluntario de expiación y reconciliación (Ef.5:2; I P.2:24; Ro.5:10; Col.1:20).

3. -COMO REY. Después de su resurrección Dios el Padre en y por medio de Cristo estableció su reino desde el primer siglo, ya sabemos que la iglesia y el reino son la misma cosa Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra… (Mt.28:18-20). El oficio como Rey es aquella actividad de nuestro Señor ascendido a la diestra de Dios, gobernando sobre todas las cosas en la tierra y en el cielo; ya desde la institución de la iglesia en Pentecostés Cristo ha establecido su reino, la iglesia es una extensión del reino celestial y Dios le ha dado a Cristo la autoridad de reinar sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef.1:20-23) . Cristo ascendió al trono y continúa su obra mediadora hasta la hora del juicio, cuando este régimen mediatorio terminará. Jesús está a la diestra de Dios Padre y constantemente ejerce su oficio de Abogado actuando a nuestro favor. La palabra abogado es recogida en el idioma griego con el termino Paracletos y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (I Jn.2:1-2). Este oficio en cuestión es la obra intercesora que Jesús continua haciendo mediante el ministerio del Espíritu por todos los cristianos que pecan.

¿QUE ENSEÑABA JESUS SOBRE LA LEY?

Cristo, sino de sus asombrosas obras (Lc.7:16), que eran señales de que el dominio del mal se desmoronaba y cedía terreno ante el avance del reino de Dios (Mt.12:22-29, Lc.11:14-22). El mismo tema está presente en las parábolas de Jesús, donde se hace un llamado urgente a los oyentes a tomar una decisión y a mantenerse vigilantes en vista del advenimiento del reino.

Instrucción sistemática a sus discípulos

Además de cumplir su ministerio público, Jesús se ocupó de dar a sus discípulos instrucción sistemática en una forma que les resultara fácil para aprender de memoria. Igualmente, sus debates con los fariseos y otros opositores condujeron a declaraciones que, una vez oídos, no se habrían de olvidar fácilmente, y que en efecto sirvieron a sus discípulos más tarde cuando se vieron frente a cuestiones controvertidas en que les podía resultar útil recordar la decisión tomada por el Maestro.

Fundamento escritural: ▄ El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (Lc.4:17).

La enseñanza de Jesús sobre el reino es contraria a la de los fariseos

En la persona de nuestro Jesús vemos a Dios mismo, por su propia iniciativa, tomando el control de toda su creación y actuando con todo su poder siempre apuntando hacia la salvación plena del hombre. Aunque Jesucristo anuncia el Reino de Dios su sentido no concuerda con la idea del Reino según la nación de Israel que tras los terribles eventos de la destrucción de Jerusalén y el destierro, sumado a la dominación romana esperaba el sometimiento de los poderes invasores del pueblo judío por el poder de Dios manifestado a través de su pueblo elegido, o en el sentido escatológico de la apocalíptica judía donde el Reino de Dios sería una realidad separada radicalmente del mundo pecador, pero nunca concebido como un Reino insertado en el mundo presente.

También la Escritura nos enseña que durante la predicación de Jesús el Reino de Dios es una realidad por suceder, esto lo podemos apreciar cuando en el «Padre nuestro» (Lc.11:2) enseña a sus discípulos a orar para que venga al mundo el Reino del Padre, en las bienaventuranzas se hace referencia a una salvación futura (Lc.6:21-23), en algunas ocasiones el anuncio del Reino va unido al juicio final ▄ Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios (Lc.12:8-9). El Reino se hace presente en Jesús, en sus palabras, y obras que revelan el verdadero amor de Dios hacia los pecadores. Mediante su Persona se esta produciendo el gran giro de la historia, del viejo mundo al mundo nuevo de la gracia y el perdón divino. Jesús mismo marca este giro o cambio que se produce en la historia de la salvación con su presencia: ▄ Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan (Mt.11:12-13).

• LAS PARABOLAS Y LAS SEÑALES ACOMPAÑAN E ILUSTRAN SU PREDICACION DEL REINO DE DIOS (Mr.4:33-34, Mt.13:34-35). En Jesús nuestro Dios le ofrece al hombre un tiempo de gracia, donde el hombre puede libremente aceptar o rechazar el Reino de Dios. Jesucristo utiliza las parábolas para invitar a sus oyentes a tomar una decisión. Ejemplos: Mt.4:13-20, 4:17, 4; 23, 10:7, 13:15, 13:24-30, 13:33-44, 13:45-46, Lc.8:11-15, 13:18-19, 13:20-21, Mr.4:26.
• JESUS ACOGE A LOS PECADORES. Nuestro Señor rompe con el orden existente y las formalidades morales de su tiempo. El comparte la mesa con los gentiles y publícanos, habla con las mujeres y comparte con todos los marginados y excluidos por el legalismo y la moralidad farisaica teológicamente «comer con los pecadores» significa para Jesús sanar, perdonar, consolar, lo cual provoca escándalo y fuertes controversias con los maestros e intérpretes de la ley que lo acusan de disoluto, pecador, blasfemo y hasta de ser hijo del diablo, (Mr.2:7, 2:14-17, 3:1-6, 3:22, Mt.12:24, Jn.5:18,7:12 y 52, 8:48, 10:20, 10;33 )

NOTA: La misericordia y el amor de Dios manifestados en el Reino que anuncia Jesucristo apuntan a una transformación radical de todas las cosas y por ese motivo encuentran incomprensión y una feroz e implacable oposición a la predicación y enseñanza de Jesús sobre el Reino de Dios por parte de los líderes religiosos y su interpretación legalista de la ley (Lc.7:34, 15:1ss, 19:1-10, Mr.2:15ss ). El Kairos: Lo realmente importante en este tiempo de gracia que el Nuevo Testamento denomina kairos, (en gr. καιρός) que significa el «tiempo oportuno y decisivo» de decidirse por Jesús, y el mismo Jesús lo que trasmite en su enseñanza es que el tiempo que Él está entre su pueblo es decisivo y apremiante, primero para el pueblo elegido (Dios ha cumplido su promesa), porque ya el Reino y su Rey está entre ellos. La parábola del hijo prodigo es el mejor exponente del anuncio de Jesús: muestra esencialmente la ilimitada bondad y misericordia del Padre celestial, que no solo abarca a su pueblo elegido, sino que universalmente es capaz de rehabilitar y transformar al hijo extraviado.

“YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS”

En Jesucristo quiere Dios hacer todas las cosa nuevas pero encuentra fuerte oposición en el corazón, aun de sus elegidos que no acaban de ver el verdadero rostro del Padre en Jesús.
JESUS: YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS. El evangelio del Reino de Dios es el evangelio de Jesucristo. En su muerte de cruz Jesucristo «consuma la obra encomendada» por el Padre, es la culminación de su proclamación del Reino. En la santa Cena El está presente en los emblemas en un sentido escatológico y es en Pentecostés, con el derramamiento del Espíritu de la promesa, que el Reino de Dios cristaliza, se ensancha y hace realidad viviente en este mundo, en la comunidad de hombres y mujeres que han creído y obedecido el evangelio de Cristo y el nuevo pacto que el ha logrado establecer con su sangre: ▄ Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin (Ap.21:5-6). Jesús inaugura la era del Espíritu, la era de la iglesia.

¿QUE ENSEÑABA JESUS SOBRE LA LEY?

Para los judíos la Torah , o ley mosaica (el Pentateuco) es la máxima expresión de la voluntad de Dios. Por eso es necesario saber cómo Jesús enseñaba y se comportaba ante la ley. Para Jesús el amor es el cumplimiento de toda la ley: ▄ Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mt.22:37-40). Esta predicación de Jesús no era novedosa en sí, porque tiene sus antecedentes en la ley mosaica del Antiguo Testamento. Lo realmente novedoso es que Jesús redimensiona y radicaliza el mensaje representativo del amor divino, recuperando en sus enseñanzas el Espíritu de la ley que el pueblo judío había perdido y consecuentemente promulga una nueva ley: «la ley del amor». La ley mosaica sirvió para dar continuidad a la idea moral sobre la Deidad, por ese motivo la violación de cualquiera de sus puntos incluyó la culpa ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado (Ro.3:20).
Jesús es el Reino de Dios en persona…
Orígenes

SU PREDICACION SOBRE EL REINO DE DIOS.

EL REINO DE DIOS. Cristo comienza su ministerio terrenal con la predicación del evangelio de Dios; la buena nueva es que ya ha llegado el reino de Dios; pero es urgente y vital que todo aquel que oiga este mensaje lo crea sinceramente, se arrepienta y se vuelva a Dios (Mr.1:14s, Lc.4:18-21). Su predicación no era ningún suceso improvisado; era el cumplimiento de la promesa de Dios comunicada anteriormente por medio de los profetas. Ahora, por fin, Dios se ha hecho carne y sangre en la persona de Jesús. Este era el sentido, no sólo de la predicación de

La enseñanza de Jesús sobre la ley de Moisés.

LOS PROFETAS: VELARON POR UN EQUILIBRIO ADECUADO A LA LEY.

Los profetas proporcionaron, sin dudas, un balance adecuado entre la ley y las interpretaciones extremas que de ella hacían los fariseos y demás líderes religiosos de Israel, legándonos una literatura devocional y de paso instruyendo al pueblo en las promesas de Dios sobre el Redentor.

JESÚS DEMUESTRA SU AUTORIDAD SOBRE LA LEY MOSAICA

Jesús en su rol profético contrapone su palabra en forma directa a la palabra de la Toráh, manifestando así una autoridad sin igual, por ese motivo Jesús se coloca por encima de Moisés, se pone a la altura de Dios y Dios aprueba y confirma la autoridad de su Hijo durante la transfiguración …Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd (Mt.17:1-8).

JESÚS DENUNCIA LA OPRESION RELIGIOSA MEDIANTE LA LEY Y SU MANIPULACIÓN POR LOS FARISEOS.

El papel de los fariseos es significativo entre los líderes religiosos, los cuales aparentemente observaban la ley mosaica al pie de la letra y atormentaban al pueblo con pesadas cargas que ni ellos mismos eran capaces de llevar. A tal punto llevaban su escrupulosidad con la ley que maldecían a aquellos que no lo hicieran así (Jn.7:49).LA LEY DIVINA FUE INVALIDADA POR LOS MANDAMIENTOS DE HOMBRES

En cuanto a la ley de Moisés los fariseos e intérpretes de la ley habían introducido cambios para hacer efectiva la legislación de la ley ante las complejidades de la vida diaria pero comenzaron a centrar su atención y valorar más sus formas externas (rituales) que a su espíritu interno.

DEJARON AFUERA LO MAS IMPORTANTE: EL AMOR Y LA MISERICORDIA
Al someter la ley a constantes interpretaciones, en aras de mantener un código inequívoco desarrollaron dichas interpretaciones ajustándose a la literalidad de su expresión, de esta forma se desarrolló una interpretación legalista, dándole la misma importancia a todos los preceptos sacrificaron el amor y la misericordia de Dios. De aquí la función de los profetas, los cuales apelaron a las esperanzas y temores de los hombres realzando el contenido interno de la ley por encima de las formas exteriores.
LOS PROFETAS: VELARON POR UN EQUILIBRIO ADECUADO A LA LEY.

Los profetas proporcionaron, sin dudas, un balance adecuado entre la ley y las interpretaciones extremas que de ella hacían los fariseos y demás líderes religiosos de Israel, legándonos una literatura devocional y de paso instruyendo al pueblo en las promesas de Dios sobre el Redentor.

JESÚS DEMUESTRA SU AUTORIDAD SOBRE LA LEY MOSAICA

Jesús en su rol profético contrapone su palabra en forma directa a la palabra de la Toráh, manifestando así una autoridad sin igual, por ese motivo Jesús se coloca por encima de Moisés, se pone a la altura de Dios y Dios aprueba y confirma la autoridad de su Hijo durante la transfiguración …Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd (Mt.17:1-8).

JESÚS DENUNCIA LA OPRESION RELIGIOSA MEDIANTE LA LEY Y SU MANIPULACIÓN POR LOS FARISEOS.

El papel de los fariseos es significativo entre los líderes religiosos, los cuales aparentemente observaban la ley mosaica al pie de la letra y atormentaban al pueblo con pesadas cargas que ni ellos mismos eran capaces de llevar. A tal punto llevaban su escrupulosidad con la ley que maldecían a aquellos que no lo hicieran así (Jn.7:49).

▄ Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas (Mt.23:4)
▄ Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis (Lc.11:46).
▄ Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición (Mr.7:7-9)

Al mismo tiempo que el pueblo judío sufría bajo el poder de Roma y la ocupación de su patria por el ejército imperial, también se sumaba a esta ignominia el estar bajo el yugo insoportable de la religiosidad judía a partir de la seca interpretación legalista de la ley mosaica. La fe había cedido el paso a la rigurosidad de los preceptos mosaicos a tal extremo que después del exilio el cumplimiento de la ley se había convertido en la esencia misma del judaísmo. La ley, que debía jugar el papel de ayudar, de guiar e instruir al hombre en la búsqueda de su camino hacia Dios se había corrompido y era invalidada al ser manipulada por los sacerdotes por medio de interpretaciones absurdas y tradiciones de hombres. La ley al perder el Espíritu divino que la alentaba y sustentaba se convirtió en un instrumento de opresión y esclavitud -por demás impuesta en nombre de Dios- en manos de la jerarquía sacerdotal que en su gran mayoría habían perdido el camino de la fe.

Los líderes religiosos habían reducido la ley de Dios a la obediencia externa expresada en una serie de complicados ceremoniales y de rituales vacíos que no cambiaban el corazón del hombre. Las obras de la ley no justificaban a nadie, ¿por qué?: Las obras se habían constituidos fines en sí mismas, no estaban acompañadas de la gracia y la misericordia, unido a esto la corrupción de la clase sacerdotal era insoportable, los impuestos que tenía que pagar el pueblo, los diezmos, las remesas de los judíos en el extranjero, en fin, todas estas riquezas recolectadas en el nombre de Dios iban a engrosar el tesoro del templo y servían para enriquecer a la clase sacerdotal. Alrededor del mismo templo surgió un inmenso comercio de tenderos, cambistas, maleantes y pordioseros, pero del cual también se beneficiaban los sacerdotes. La nobleza sacerdotal y los miembros de su familia vivían de los ingresos del templo y del comercio que se fomentaba alrededor de él. Los sacerdotes vestían con gran lujo y compraban grandes propiedades y latifundios.

LOS PROFETAS DENUNCIAN LA CORRUPCIÓN DE LA LEY CON EL PROPOSITO DEL ENRIQUECIMIENTO DE LOS LIDRES RELIGIOSOS

Profetas como Isaías y Amos ya habían denunciado duramente esta corrupción y el uso de la ley para el enriquecimiento personal (Is.5:8, Am.4:1, 8:4, Lc.6:24) y el mismo Jesús decía ▄ Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas (Mr.7: 9-13)

JESÚS PREPARA EL TERRENO Y LOS CORAZONES PARA UN MEJOR PACTO

La predicación de Jesús va preparando el terreno para el establecimiento de un mejor pacto mediante el cual el hombre pecador fuera justificado, redimido y obtuviera el perdón de sus pecados. En su mensaje Jesús enseña al pueblo y a los fariseos que la ley fue dada a Israel no para convertirla en un pesado yugo, sino como expresión del amor de Dios para con su pueblo y por tanto debe generar vida y justicia. En su función profética Jesús le recuerda a los judíos que la ley hay que vivirla y que no es una simple institución jurídica (Esd.7:10), pero ya la ley se había convertido en un fetiche para el pueblo de Dios. La ley había sido dada por Dios no para liberar a un pueblo, sino para que un pueblo ya liberado fuera instruido con el objetivo de que se mantuviera en constante compañerismo con el Dios que los había sacado con brazo fuerte de la esclavitud en Egipto. La observancia meticulosa de la ley se convirtió en un afán de cada judío por alcanzar la salvación, afán que los llevó al extremo de olvidarse de que Dios era el autor de esa ley y el único proveedor de la redención.


domingo, 13 de noviembre de 2011

Fotos de la congregación































ULTIMOS BAUTIZOS 2da PARTE































ULTIMOS BAUTIZOS































El ministerio apostólico y profético: un ministerio singular, fundacional y transicional.

Situación problemica: ¿Pueden existir en nuestros días personas que reciban el ministerio apostólico?
Si la respuesta es positiva, entonces quedaría examinar si es legítimo según la doctrina bíblica el que una persona pueda proclamarse un “apóstol” en vida.

La Biblia declara de forma directa y sencilla que el ministerio apostólico fue un ministerio singular (único, impar), o sea, fue dado una sola vez por Dios en la historia de la salvación por medio de Cristo. Decimos que es un ministerio fundacional (inaugural, institucional) porque fue dado a discípulos escogidos en su momento histórico a los cuales le toco la excepcional tarea de colocar los fundamentos de nuestra fe primero de forma oral y finalmente de forma escrita, que son los textos que hoy conocemos como el Nuevo Testamento. Ellos bajo la inspiración del Espíritu Santo recordaron y transmitieron fielmente cada palabra, cada enseñanza de nuestro Señor Jesucristo. Decimos que es un ministerio transicional porque cubre el periodo necesario desde el nacimiento de la iglesia en Pentecostés, hasta que la iglesia alcanza su mayoría de edad y los escritos y epístolas fueran reconocidos como la única fuente de autoridad para la iglesia. Cualquier otro texto que no fuera portador de las enseñanzas apostólicas o no estuviera en armonía era rechazado por las iglesias como textos espurios o falsos.

El Cristo ascendido dio «apóstoles y profetas» a la iglesia como un ministerio fundamental y transicional hasta que la iglesia alcanzara su mayoría de edad: ▄ “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,… (I Co.12:28), basado en sus predicaciones y escritos los hijos de Dios serian ▄ “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef.4:20). A pesar de estar echando el fundamento del cuerpo doctrinal de la iglesia del Señor cuando aún no se había formado el canon del Nuevo Testamento y ser en función supervisores de la doctrina cristiana nunca reclamaron para si el obispado sobre otras iglesias, todo lo contrario, establecieron las normas para el gobierno local, sus líderes y el carácter autónomo funcional de cada iglesia y su independencia unas de otras y advirtieron sobre el peligro de la apostasía.

1. EL SINGULAR MINISTERIO DEL APOSTOLADO EN LA IGLESIA PRIMITIVA.

■ APOSTOL en gr. Άπόστολος (apostolos) Hch.1:2:26, 2:37,42 y 43; 4:33-37. Significa enviado, mensajero o comisionado. Este ministerio estuvo reservado para aquellos elegidos y comisionados por Cristo en persona. Otro requisito indispensable para el ministerio del apostolado era haber sido testigo del ministerio terrenal de Cristo, su muerte y resurrección.
Nadie en nuestros días puede pretender asumir un ministerio que solo fue dado por Cristo a estos seguidores.

Dios hizo que Jesús se manifestase ▄ “no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos” (Hch.10:41-42). Los apóstoles fueron escogidos para predicar el evangelio y dar testimonio de sus milagros y resurrección, así lo enseña este pasaje cuando llega el momento en que es necesario elegir al sustituto de Judas: ▄ “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles” (Hch.1:21-26).
Los ministerios permanentes serían: los evangelistas, pastores y maestros, como el núcleo del servicio de proclamación y enseñanza. El propósito de todos los ministerios, aunque variados, es el mismo, esto es: ▄ “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef.4:12-13)”. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros (Ef.4:11).
El ministerio cristiano es una vocación o llamamiento divino y no puede ser mirado como una profesión meramente humana. En vista de que es la voluntad de Dios que las iglesias sean formadas, es también su voluntad que sean llamadas personas que reúnan determinados requisitos entre la grey para servir como ministros en la iglesia. Veamos a continuación en detalle el significado y deberes de cada ministerio cristiano.


La Escritura enseña de modo muy claro que solamente a los apóstoles les fue conferido poder de realizar señales y milagros como una ayuda divina para confirmar la predicación del evangelio ▄ “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén” (Mr.16:20). Los profetas transmitían el mensaje de Dios por inspiración divina al igual que los apóstoles, pero solo a estos últimos el Espíritu Santo les otorgó el poder comunicar este don DE HACER Milagros por la imposición de manos a sus evangelistas. ▄ “Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero” (Hch.8:17-20).

Los evangelistas, aunque recibían de ellos este don y lo ejercitaban, no podían por si mismos transmitirlo a nadie más, este fue el caso de Felipe en Samaria ▄ “Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad” (Hch.8:6-8) es evidencia más que suficiente el que los apóstoles tuvieran que abandonar Jerusalén y viajar hasta Samaria (donde Felipe proclamaba y confirmaba el evangelio por medio de milagros) para imponer ellos personalmente las manos a los recién convertidos y dotarlos de los dones milagrosos, cosa que Felipe no pudo hacer. Al pasar el tiempo los apóstoles fueron muriendo y también aquellos que habían recibido de ellos los dones milagrosos, por lo que cesaron los actos milagrosos.

2. PROFETA (del gr. προφτης -Mt.2:5). Un profeta es, básicamente, alguien que anuncia un mensaje por mandamiento de Dios, es un portavoz que proclama o declara un mensaje recibido; un vocero, heraldo o anunciador (podemos apreciar en esta arista de su función su semejanza con el oficio de predicador). El Señor habla mediante el profeta (Mt.2:15) ante el pueblo. En el hebreo del Antiguo testamento la palabra que se emplea para designar al profeta es Nabi (Gn.3:15, Is.9:6, I S.3:20) y aparece más de 300 veces en el Antiguo Testamento.

El oficio de profeta no es exclusivo del pueblo de Israel, ni del pueblo cristiano, también existían profetas en otras tierras (Ti.3:5). Otros conceptos de profeta: El profeta según la Escritura es también un vidente, un visionario, uno que ve visiones: Roeh viene del verbo raah, que significa ver y que cuando se aplica a la función profética también contiene una amplia variedad de significados relacionados con el sentido de la vista y el conocimiento tales como: percepción, discernimiento, perspicacia, apreciación y otros conceptos similares. No es extraño que en el Antiguo Testamento se identificara al profeta como un vidente, ya que los profetas frecuentemente recibían mensajes de Dios por medio de visiones. Hay un concepto generalizado de que el profeta es aquel que predice lo que va a acontecer en un futuro, o sea, es una especie de adivino, que augura o vaticina lo que va a suceder, esta faceta es conocida como la práctica de la profecía predictiva (Dt.28:1).

► ¿Qué es lo que realmente identifica a un profeta según las Escrituras? El vocablo hebreo “nabi” (vocero) es la palabra hebrea más usual para designar a un profeta y su oficio de predecir. Los propósitos de las profecías predictivas en los momentos en que son dadas y tal como aparecen en la Escritura son:
1-enseñar,
2-advertir (amonestar, reprender, aconsejar, orientar)
3-instruir
El trabajo del profeta está encaminado -en todas sus facetas- a que el pueblo de Dios disfrute de una vida obediente y fructífera. Como podemos apreciar la profecía es antes que todo enseñanza e instrucción al pueblo de Dios, y así debe ser entendida cuando profundizamos en su significado bíblico, el profeta es básicamente un MAESTRO.

3. EL ROL PROFETICO: DENUNCIAR LO MALO DELANTE DE DIOS. Dentro de sus obligaciones los profetas desempeñaban una tarea sumamente importante corregir cualquier aplicación errónea o desequilibrio que resultara de la observancia de las leyes del Antiguo Testamento. Por ejemplo, es indudable que el antiguo pacto hace énfasis en la solidaridad y responsabilidad colectiva lo cual podía minimizar, en la mente de algunos, la percepción de la responsabilidad personal. Los profetas constantemente recuerdan al pueblo de Israel que nada los exime de eludir el juicio divino por sus pecados, y mucho menos alegando su posición como pueblo elegido del Señor; es más el profeta Amós advierte a sus compatriotas que el ser depositarios de un conocimiento privilegiado de Dios trae obviamente una mayor responsabilidad y un riesgo superior (Am.1:1-3.2).

El profeta Ezequiel, especialmente, encamina todos sus esfuerzos en señalar que ante los ojos de Dios cada ser humano de forma individual es moralmente responsable de sus actos; nadie puede eludir la responsabilidad como individuo de sus culpas y errores y justificar sus acciones en cuanto a su herencia o entorno (Ez.18:20ss). Por demás, el trato especial de Dios para con la nación de Israel había atizado y alimentado en muchos judíos un espíritu ultra-nacionalista muy dañino y aberrante que los indujo a despreciar a los extranjeros y olvidar a su vez que ellos también habían sido extranjeros y habitado en tierras extrañas. Los profetas corregían constantemente esta visión estrecha y de carácter exclusiva insistiendo en que el juicio moral de Dios en cuanto a sus normas éticas se aplica en forma equilibrada. El amor trasciende todas las fronteras humanas, no es un amor exclusivo sino inclusivo, ya sea para etíopes como para los israelitas (Am.9:7).

► “Sobre todo que profeticéis…” (Pablo). En una etapa tan temprana para la iglesia la acción de profetizar para el apóstol Pablo es portadora de otra connotación propia de la nueva vida en Cristo y enmarcada en las realidades del nuevo pacto y su gran comisión.

Profetizar: en gr. προφητεύω, significa hablar la Palabra de Dios para edificación, exhortación y consolación de la iglesia. El mayor don entre todos los dones que posee el cristiano es ser portador y transmisor de la Palabra de Dios, anunciando el evangelio de Cristo a toda criatura, e instruyendo a sus hermanos para su crecimiento espiritual y la perfección de su santidad mediante la fidelidad observada hacia los mandamientos y enseñanzas de Cristo.

En la Biblia abundan las promesas y la profecía, de ahí la persistencia de Pablo en instruir a la iglesia en la práctica profética ▄ “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios;… Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas” (I Co.14:1-5).

Algo sobre la música: Evidencias históricas y bíblicas.

Es un hecho histórico irrebatible que en el culto cristiano solamente se practicaba el canto por medio de la vocalización o música monódica, o sea, a una sola voz (el unísono o la octava). En todas las edades de la humanidad todos los estudiosos y especialista del tema en el marco de la historia de la música atestiguan de la evidencia, no solo bíblica, sino también histórica que el canto vocal o a capela fue la expresión litúrgica utilizada por los primeros cristianos desde el primer siglo de existencia de la iglesia.

Es importante tener en cuenta que a diferencia del uso del canto vocal en el arte cultual cristiano el arte profano desde sus comienzos se expresó casi invariablemente mediante los géneros cromáticos y de índole enharmónica (incluía cuartos de tono) de preferencia en ceremonias y propias de fiestas suntuosas en el palacio imperial donde los instrumentos por excelencia eran los “aulos” (antepasados del oboe o clarinete), cítaras (liras) y sobre todo órganos, estos instrumentos de tubos se habían convertido ya en el siglo VIII en la especialidad en Bizancio.

La música, y estamos hablando de la buena música, eleva el espíritu humano hacia lo trascendente y así enaltece el alma, pero también incita al oído al placer de los sentidos, de hecho esa era la principal motivación de la música profana o popular, tan antigua como la humanidad, propensa al alboroto y el enardecimiento sensual, donde se produce la inevitable reacción en cadena en la psiquis humana: los instrumentos excitan la voz al reforzarla y la deforman al ser excitada, esta es la razón de que de forma espontánea la música popular se una a la danza de forma recurrente.

Al constituirse el cristianismo la religión oficial del imperio este conflicto entre las dos formas de expresión musical, la cristiana y la popular es un problema activamente presente durante los diez siglos en que Roma era el ombligo del mundo conocido. La iglesia siempre guardó celosamente las características sacras propias de la música cristiana como expresión genuina de la fe, testimonio de ello lo da Clemente de Alejandría alrededor del 200

“Sólo necesitamos un instrumento: la voz que acarrea la paz…; para nada necesitamos el antiguo salterio, ni la trompeta, ni el címbalo, ni la flauta…” (Paedag. II)[1]
Dos siglos más tarde Juan Crisóstomo establece la diferencia entre la música sacra cristiana y la popular:
“Aquí no hay necesidad de citar, ni de plectro, no de ningún instrumento…, pero, si quieres puedes convertirte a ti mismo en instrumento crucificando tu carne y tratando de realizar con tu cuerpo una armonía perfecta” (Psalm., XLI, 2)

El canto a capela, (sin acompañamiento de instrumentos musicales)

Durante la historia de la iglesia siempre estuvo presente la necesidad de marcar la diferencia en cuanto a la música de la liturgia cristiana apartándola del uso de instrumentos y las danzas obscenas propias de las culturas paganas. Este problema sigue latente hasta nuestros días y es motivo de conflictos en el interior de la hermandad cristiana.

Del primer al segundo siglo el canto monódico a capella (en la capilla) caracterizaba e identificaba el culto cristiano y el contenido santo de la fe en contraposición de los desafueros de la música popular. Este tipo de canto se practicaba en las casas donde se reunía la iglesia del Señor (Hch12:12) y las iglesias de Antioquia, Efeso, Corinto, Alejandría, Cartago y Roma, manifestándose en los cánticos de Salmos, una herencia no desechable de la tradición judeo-cristiana, el canto de las letanías y el canto del Gloria in excelsis, amén de otros cantos cristianos.

El apóstol Pablo da testimonio de que la música cristiana desde sus inicios fue puramente vocal en el tiempo de los apóstoles, es por ese motivo que se puede observar que en el Nuevo Testamento nunca se menciona la utilización de instrumentos musicales, estos están claramente omitidos pues no eran de uso en el culto cristiano.

El canto vocal vertebraba todo el servicio cristiano y estaba al servicio del texto bíblico y consecuentemente con el mensaje divino para su iglesia: el partimiento del pan o Santa Cena al final del ágape en la iglesia primitiva y en las oraciones. A capela (italiano: a capella, 'como en la capilla’) es un estilo musical que se caracteriza por utilizar únicamente la voz de los cantantes para generar los sonidos de la melodía y la armonía, en lugar de recurrir al uso de instrumentos musicales. Este estilo musical está arraigado por su historicidad aún en la música popular y existen muchos grupos que han popularizado internacionalmente esta genuina expresión artística.

La música a capela es música vocal sin acompañamiento instrumental. El término a capela viene del italiano como en la capilla o al estilo de la capilla. El término es debido a las restricciones (que tomaron forma de disposición oficial) en el uso de instrumentos musicales en iglesias cristianas desde la introducción del canto gregoriano hasta bien entrado en medievo.

Un punto a favor de Gregorio.

El canto (al unísono o a varias voces) era algo común y distintivo entre los cristianos desde los primeros tiempos del establecimiento de la iglesia del Señor en Pentecostés. El primer trabajo serio sobre el ordenamiento y regulación del canto vocal corrió a cargo del Papa Gregorio Magno, quien en el año 600 d. C. ordenó que se recopilaran los escritos de los cánticos o himnos cristianos primitivos (conocidos también como Antífonas, Salmos o Himnos); dichas liturgias de alabanza a Dios eran celebradas en las antiguas catacumbas de Roma ya en el año 52 d. C al margen del gobierno romano que, por supuesto, se dedicaba a celebrar sólo fiestas paganas. En reconocimiento a su labor se denominó al canto vocal Antifonario como “canto gregoriano”, que es un tipo del “canto vocal llano o monódico”. El “Canto Gregoriano” no es inventado por el Papa Gregorio Magno, éste ya existía desde hacía mucho tiempo y desde el mismo origen de la iglesia y, pero el guía católico lo difunde y desarrolla dándole su nombre a este canto ancestral.

Estas antífonas fueron perdidas debido al cisma o diáspora de los ciudadanos romanos por las constantes guerras romano-bárbaras al tratar de catequizarlas (Edicto de Tesalónica). También contribuyeron los cambios de estructura de los cantos por personas que decidieron crear sus obras propias y gustos a la desaparición de estos documentos.

La música cristiana es una oración cantada con devoción.

Desde su nacimiento, la música cristiana fue una oración cantada, que debía realizarse no de manera puramente material, sino con devoción o, como lo decía San Pablo: «Cantando a Dios en vuestro corazón». El texto era pues la razón de ser del canto gregoriano. En realidad el canto del texto se basa en el principio de que, según san Agustín, «El que canta bien, ora dos veces». El canto gregoriano jamás podrá entenderse sin el texto, el cual tiene prelación sobre la melodía y es el que le da sentido a ésta. Por lo tanto, al interpretarlo, los cantores deben haber entendido muy bien el sentido del texto. En consecuencia, se debe evitar cualquier impostación de voz de tipo operístico en que se intente el lucimiento del intérprete. Del canto gregoriano es de donde proceden los modos gregorianos, que dan base a la música occidental. De ellos vienen los modos mayor y menor, y otros cinco menos conocidos.

El canto gregoriano es el ejemplo más claro de música a capela, al igual que la mayoría de la música vocal sagrada del renacimiento. El madrigal, dentro de la música profana fue también una forma de canto a cappella, hasta que a comienzos del barroco se le añadieron diferentes instrumentos. No solamente las iglesias de Cristo se han mantenido fieles a la música utilizada desde el inicio por la iglesia, también los Amish, la mayoría de las congregaciones de la iglesia católica y los cristianos ortodoxos del este (especialmente rusos y otros grupos eslavos) son cuerpos religiosos conocidos por realizar los oficios sin acompañamiento musical. Entre los grupos restauracionistas de EE. UU., Keith Lancaster formó un grupo llamado por antonomasia (a capela).

Textos bíblicos que evidencian que el canto en la iglesia primitiva era sin acompañamiento musical

Stg 5.13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.
Apoc 5.9 y cantaban un nuevo cántico…
Apoc 14.3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono,…
Apoc 15.3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero,…
Efe 5.19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
Col 3.16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Mat 26.30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
Mar 14.26 Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
Hech 16.25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Fé y Obras

LA FE SALVADORA NO EXCLUYE A LAS OBRAS, NI LAS OBRAS EXCLUYEN A LA FE EN CRISTO.
LA SALVACIÓN “SOLO POR LA FE” ES ANTIBIBLICA Y NO HAYA NI SIQUIERA UN SOLO FUNDAMENTO ESCRITURAL EN LA LEY DE CRISTO DADA A SU IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO, POR TANTO ES UNA DOCTRINA NETAMENTE HUMANA.
LAS OBRAS QUE NO JUSTIFICAN AL HOMBRE SON LAS OBRAS DE LA LEY, DADAS AL PUEBLO DE ISRAEL
Gál 2.16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Rom 3.20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
LOS JUDIOS SE JACTABAN DE SU RELIGIOSIDAD EXTERNA POR CUMPLIR ESCRUPULOSAMENTE LAS OBRAS DE LA LEY DE MOISES
Rom 3.27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
Rom 3.28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
OBRAS En el Antiguo Testamento, la Ley de Dios es dada mediante Moisés, específicamente para el pueblo de Israel y se cumplía por medio de las obras y prácticas que se estipulaban en el libro de la Ley o Tora, (también llamado el Pentateuco por ser los cinco primeros libros del antiguo pacto), el apóstol Pablo es bien enfático cuando persistentemente va declarando que son las obras de la ley la que no justifican al hombre, mientras que en el Nuevo Testamento es por la gracia de Dios, que se acepta por fe en Cristo. Este es uno de los temas elementales de la epístola de Pablo a los Romanos “... ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado” Ro. 3:20; “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” Ro. 3:28.
[…] Sin embargo, Santiago nos enseña “que la fe sin obras es muerta” (Stg. 2:20). Aunque la salvación no se consigue por las obras (“... no por obras, para que nadie se gloríe”), somos “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:9–10). De ahí que todo creyente debe estar “dispuesto para toda buena obra” (2 Ti. 2:21; Tit. 3:1). En todo el NT se insiste en las buenas o., pues ellas glorifican “a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 5:16). El máximo ejemplo es nuestro Señor Jesucristo, quien hizo “muchas buenas obras” (Jn. 10:32).
También se usa en el NT la palabra “obra” para referirse al trabajo en el ministerio del evangelio. Así, el Espíritu Santo dijo a los hermanos de Antioquía: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hch. 13:2). Pablo mismo alaba a Timoteo, diciendo: “... él hace la obra del Señor así como yo” (1 Co. 16:10).
Por otra parte, los hombres serán juzgados por sus obras, pues Dios “pagará a cada uno conforme a sus o.” (Ro. 2:5–11), incluyendo a los que sirven al Señor, pues “la obras de cada uno será manifiesta; porque el día la aclarará... y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará” (1 Co. 3:11–15) […] Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (763). Miami: Editorial Unilit.
Hech 26.20 sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento
Rom 2.6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
Stg 2.17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Stg 2.18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Stg 3.13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.
Rom 15.18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,
Efe 2.10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.


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martes, 3 de mayo de 2011

La Disciplina en la iglesia: Amor y Perdón a los que se arrepienten sinceramente.

La Disciplina en la iglesia: Amor y Perdón a los que se arrepienten sinceramente.

La iglesia es el reino de Dios en este mundo y esto ha sido posible mediante Jesucristo, es un lugar donde están permanentemente presentes el amor, la gracia y el perdón para los pecadores, pero esto no significa que dejemos de ser severos y firmes con las manifestaciones del pecado, aunque no dejemos de amar y perdonar al pecador.



Cualquier desorden o indisciplina pueden dañar el Cuerpo de Cristo, por eso la Biblia nos manda reprender al que cause tropiezos en la iglesia:

(Lc. 17: 3) “Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”



Si un hermano peca estamos obligados a reprenderle, y si se arrepiente es nuestro deber perdonarle en el orden personal, nunca debemos negarle el perdón a un hermano que se arrepiente sinceramente, pero la Palabra de Dios es bien terminante en lo que se refiere a la actitud del pecador: 1- debe confesar públicamente su pecado, 2- debe arrepentirse sinceramente 3- debe pedir perdón por sus faltas y hacerse el firme propósito de enmendar sus errores. El numero setenta veces siete significa la perfección de Dios, el perdón perfecto de Dios que nos enseña que debemos de ser pacientes y misericordiosos a la hora de reprender a un hermano, pero no significa una licencia para seguir pecando, ni que nos convirtamos en creyentes permisivos ante lo incorrecto, cuando un creyente practica sistemáticamente el pecado deja de ser hijo de Dios y está abusando de la misericordia de nuestro Señor y de sus hermanos.



(Ro 16.17-19) “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”



La Biblia es especialmente severa con aquellos que con su conducta provocan “divisiones y tropiezos” y no obedecen la doctrina de Cristo, y la doctrina de Cristo abarca todos los mandamientos y deberes de cada creyente, tal y como están registrados en el Nuevo Testamento. Las divisiones son producidas por muchas vías: desde la falta de fe y amor, hasta la introducción de falsas doctrinas, todas las manifestaciones pecaminosas van contra las enseñanzas de Cristo. La Palabra de Dios nos deja bien claro que “tales personas” ya no son siervos de Dios y que en consecuencia debemos actuar con amor, pero con mucha firmeza, y con la lengua pueden provocar más daño entre el resto de la grey aprovechándose de la bondad y la ingenuidad de sus hermanos.



¿Cómo debemos actuar, hasta donde debemos ser severos? Debemos actuar según la Escritura y ser severos con la intensidad y de la forma que la Palabra nos indica, porque de ello depende no solo la unidad y la integridad de la iglesia sino nuestro testimonio ante el mundo:



(1 Co 5.11-13) “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?”



La Palabra de Dios es la que juzga al mundo con justo juicio, si la iglesia tiene como guía de fe y practica la Escritura entonces no podemos permitir que aquellos se llaman “hermanos de la fe” lleven una vida desordenada y sigan dentro del Cuerpo de Cristo sin arrepentirse y cambiar, ¿qué referencia moral respalda la novedad en nuestras vidas si los que están fuera pueden ver tinieblas en nuestro testimonio como iglesia? El apóstol es radical, no tenemos nada en común con aquellos que deshonran continuamente el nombre de Cristo, el Espíritu Santo deja bien claro que no debemos tener comunión con ellos, porque ya ellos primeramente han roto el vínculo perfecto de amor que une a los miembros del Cuerpo y con Cristo mismo. La lista de sus fechorías está en términos muy claros: fornicación, avaricia, idolatría, maledicencia, borracheras, robos.



(2 Tes 3.6-8). “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie”

Aquí hay un mandamiento expreso: “en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”, bajo la autoridad de Cristo, bajo su potestad como Cabeza de la iglesia debemos apartarnos de estos falsos “hermanos”, tenemos el ejemplo de Cristo, de su vida, tenemos el ejemplo de vida de los apóstoles quienes fueron inspirados por el Espíritu de Dios para dejar por escrito todas las normas de conducta que recibimos de ellos y que como cristianos debemos observar, y si estos que dicen llamarse “hermanos” no ordenan sus vidas conforme a la voluntad de Dios y persisten en pecar intencionalmente, entonces ellos deben ser declarados fuera de comunión por orden expresa de Cristo.



(Ro 2.4-7) “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”



La benignidad (clemencia, indulgencia) de Dios es la que nos guía al arrepentimiento, el arrepentimiento significa un cambio de mente. Algunos creen que la misericordia divina no tiene un término y que se prolongará de forma indefinida, la Biblia enseña lo contrario: hay un día del juicio final y definitivo y este juicio aún no se ha efectuado para que todos procedan al arrepentimiento. Pero a los que han endurecido sus conciencias y no hay arrepentimiento en sus corazones solo están acumulando ira para el día de la ira.



Pero siempre hay una solución: Cristo. Dios aborrece al pecado pero ama al pecador, si nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados encontraremos la plenitud de la gracia divina: (Os 14.4) “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos”