domingo, 22 de abril de 2012


LA DISCIPLINA QUE DIOS QUIERE PARA SU IGLESIA: Estudio bíblico-doctrinal.

Segunda Parte

(Continuación)

La iglesia nace de Dios, es el fruto que germina de la semilla que es la Palabra divina. Los evangelistas proclaman el Evangelio por pueblos y ciudades, y la buena noticia de que Cristo murió por nosotros hace nacer y establecer a la iglesia local, es el poder de Dios para salvación (Ro.10:15-16). En este trabajo de establecer iglesias se da el caso de que se vean involucrados hermanos de otras congregaciones como evangelistas o predicadores, ellos también deben ser líderes reproductores, o sea, enseñar a otros a que sean los nuevos líderes y evangelistas en la recién establecida congregación para que nunca se detenga la obra y se extienda el reino de Dios.

Una vez que ya se estén preparando los líderes locales y estén lo suficiente maduros en la fe para asumir el rol de predicadores en esa localidad, es el momento en que estos hermanos provenientes de otras congregaciones deben elegir entre quedarse en la nueva iglesia establecida o regresar a sus comunidades originales, según sea el llamado y la voluntad de Dios. Lo que no es correcto es que predicadores tengan una dualidad de funciones en varias congregaciones a la vez. Hay que tener bien claro que una cosa es establecer la iglesia en una localidad y dar los primeros pasos, que cuando existen los factores que hacen posible la aplicación correcta de la organización según el patrón neotestamentario, donde están perfectamente delineados las funciones y ministerios.

Se ha instalado en las iglesias de Cristo un fenómeno nada deseable y es el “predicador totalitario”, el quizás tenga los requisitos de pastor pero contradictoriamente no procede según el modelo y deja que las cosas permanezcan como le sean más cómodas y así conservar su status de predicador absoluto, el hombre hace todo en la iglesia y de facto se convierte en “pastor” unipersonal: lo dirige todo, los himnos, imparte clases, predica, es quien custodia y contabiliza las ofrendas y tiene la última palabra en todas las cuestiones de la iglesia, este tipo de obrero no es compatible con la organización del trabajo en la congregación según el N.T. que en cualquier circunstancia establece la pluralidad en el liderazgo.

Al  cumplir con el patrón bíblico de organización para las iglesias locales (llámense también congregaciones, reuniones, asambleas o comunidades cristianas) inmediatamente esto trae como consecuencia de que cada una de ellas  alcanza el ejercicio pleno de la autonomía (no es que anteriormente renunciaran a este derecho) y no es tributaria en ningún sentido a un poder o estructura de gobierno central. Para las iglesias del Señor no existe otra autoridad que Cristo Hch.20:17. Esto nos lleva al primer capítulo de este estudio.

I.          LA IGLESIA LOCAL ES AUTÓNOMA E INDEPENDIENTE FUNCIONALMENTE. NO EXISTE OTRA AUTORIDAD FUERA DE LA ESTABLECIDA POR CRISTO EN LA IGLESIA LOCAL (I Ped.5:1-3, Hch.20:17).

La iglesia universal esta edificada sobre la “roca grande” y eterna que es Cristo, no sobre lo que dispongan los hombres, esto lo dejaron bien claro los apóstoles quienes echaron el fundamento doctrinal, el concepto primario de esta doctrina es que la iglesia es de Cristo, no de los hombres Mt.16:18, la iglesia solo está sujeta a la autoridad del Señor y sus enseñanzas, nadie, ningún mortal puede reclamar este derecho, Jesús fue quien la compró con su sangre en la cruz Ef.5:25. Lo establecido por el patrón neotestamentario es que cada iglesia tenga su propio gobierno local formado por un consejo de ancianos que son auxiliados por los diáconos y que como iglesias funcionen de forma independiente.

La voluntad de Cristo es que su Cuerpo Ef.1:22-23 (iglesia universal) se mantenga unido y se aviven permanentemente los vínculos de comunión fraternal tal y como lo hacían las iglesias en la edad apostólica, las cuales se ayudaban y cooperaban entre sí de forma abnegada y desinteresadamente, pero los lazos de hermandad que deben consolidarse entre las iglesias de Cristo deben estar normados y fundamentados en la misma obediencia a la Escritura y el sometimiento a Cristo como única Cabeza y potestad de la iglesia.

Las denominaciones y divisiones que surgieron en la gran apostasía corrompieron el patrón organizativo de la iglesia original que fundara Cristo, y comenzaron a organizarse a partir de un gobierno de diseño o factura humana y no bíblico. La Palabra de Dios no legitima ninguna variante de centralización de autoridad, ni por el ejemplo aprobado por los apóstoles, no aparece como escritural y ni siquiera puede deducirse por inferencia.

En su momento histórico algunos líderes de la iglesia llevados por la ambición personal, fama, riquezas y poder apostataron de las enseñanzas de Jesús y comenzaron a centralizar el poder usurpando la autoridad de Cristo. Para lograr esto comenzaron instrumentando un oficio inexistente en el Nuevo Testamento: el cargo de “obispo metropolitano”, o sea, un anciano o pastor que llegó a ser conocido como “obispo de primera silla” por su lugar prominente en la reunión con otros pastores, a los cuales imponía su autoridad incuestionable. Dicho obispo metropolitano era llamado arzobispo al presidir a los obispos de su territorio o región. La iglesia desde donde gobernaba el arzobispo era nombrada “iglesia arzobispa” y dictaba la política eclesiástica de las congregaciones a su cargo. Un ejemplo histórico de tal abominación es el surgimiento de la iglesia católico romana, fue la primera en establecer un sistema jerárquico piramidal encabezado por el “papa” como vicario (sustituto) de Cristo en la tierra, en orden de jerarquía lo siguen sus cardenales, arzobispos, obispos metropolitanos, y sacerdotes.

A partir del Protestantismo y los consecutivos cismas las denominaciones reformadas, al igual que las iglesias evangélicas, han reproducido con pequeñas variantes el mismo modelo organizativo de la iglesia católica, que tanto condenaron y criticaron. En las denominaciones derivadas de la Reforma el gobierno central se estructura a partir de la nominación de un Presidente de la obra, o también se le llama un obispo-superintendente con su junta o mesa ejecutiva. Esta junta directiva preside un gobierno central desde una iglesia madre, central o matriz, a la cual están subordinadas un grupo de congregaciones que le son tributarias en doctrina, fondos y liderazgo. El Espíritu Santo prohíbe en el Nuevo Testamento la formación de estructuras centralizantes donde una iglesia o grupo de iglesias se consideren más “poderosas” o “preeminentes” que otras en un sentido meramente humano.

El patrón neotestamentario nunca autoriza la subordinación de una iglesia a otra, ni en ningún caso, o coyuntura determinada, ordena a un obispo, pastor o anciano ejercer ningún tipo de autoridad sobre otras congregaciones que no sea la suya. Tal práctica viola la voluntad de Dios, y repetimos, es un pecado de apostasía.



EL GOBIERNO LOCAL

Los ancianos, pastores y obispos.

El Gobierno local de la iglesia está compuesto por: no menos de dos hermanos reconocidos y elegidos por la grey y que reciben los nombres de ancianos/pastores/obispos (Hch.11:30, 14:23, 20:17-28, Fil.1:1, I Tes.5:12, Ti.1:5, Ti.1:5-7). Aumentar el número de ancianos está en dependencia del crecimiento de la congregación y contando que existan hermanos varones que reúnan las cualificaciones que se exigen y que además voluntariamente anhelen asumir tal responsabilidad, entonces están creadas las condiciones para que se constituyan más ancianos (1 Ped.5:1–4). Si no hay hombres en el rebaño que califiquen como ancianos, o califiquen pero no anhelen ser obispos entonces el liderazgo se organizará como un consejo o junta de predicadores.

En el Nuevo Testamento podremos observar que para designar a los líderes espirituales de la grey del Señor se manejan tres términos: pastor, anciano y obispo pero también se podrá apreciar que lo que se le indica a un anciano es también lo que se le manda a un pastor y aplica en funciones a un obispo, porque todas son facetas de un mismo ministerio, así encontraremos en los textos apostólicos que el anciano es pastor y el pastor es un anciano y ellos son a su vez obispos porque son sobreveedores de la seguridad y del alimento del rebaño. En resumen pudiéramos decir que son hombres que integran en requisitos y propósitos un equipo que sirve en el poder del Espíritu Santo.

Los diáconos (I Tim.3:8-13), su trabajo no es presidir, ni gobernar, sino auxiliar a los pastores en su labor (Hch.6:1-6, Ro.12:7, Fil.1:1). Los demás ministerios, evangelistas y maestros, deben ser respetados y apoyados por la iglesia en el ejercicio de sus ministerios, pues están puestos por Dios para edificación de los santos y ellos a su vez apoyaran el trabajo de los Ancianos en el gobierno de la iglesia desde sus respectivos ministerios (Ef.4:11-13).



EL CONCEPTO DE DISCIPLNA EN LA IGLESIA.

La disciplina en la iglesia es el orden y conducta propia que debe observar cada cristiano que conforma la congregación y debe entenderse como el procedimiento conveniente y preventivo en el sistema de relaciones entre los miembros de la iglesia local. En el ministerio pastoral se aplican simultáneamente dos directrices esenciales:

  1. La directriz doctrinal y moral. En vistas a lograr que siempre reine la unidad y armonía en el aspecto doctrinal, de tal modo que no se creen condiciones propicias para divisiones y partidismos contenciosos donde a corto o largo plazo se producen inevitablemente desgarramientos en el cuerpo de Cristo
  2. Preservación y consolidación del amor fraternal. Que en sus interrelaciones personales los miembros de la congregación aprendan a aceptarse y amarse unos a otros a pesar de sus diferencias y se guarden el respeto y la fraternidad que se deben unos a otros como hermanos que conforman la gran familia de la fe.

En estas dos directrices que se complementan se va desarrollando la educación y entrenamiento ético-fraterno que tiene como objetivo crear en la conciencia del cristiano la sujeción o hábito de obediencia a la Palabra de Dios.



Propósito espiritual de la disciplina.

La disciplina en la iglesia tiene un doble propósito:

  1. INSTRUCTIVO (como pedagógico, formativo, educativo).
  2. CORRECTIVO (en el acto de reprender, amonestar, sancionar).

Según lo establecido en la Escritura cuando el caso lo requiere se apela como última medida aplicar la excomunión del pecador no arrepentido, que a pesar de ser una medida de último recurso no deja de ser una medida correctiva con el fin de que el pecador admita su culpa y responsabilidad personal por los daños ocasionados,  y consecuentemente se arrepienta de sus malas obras, restaure las heridas y ofensas inferidas y así pueda volver a la congregación purificado y perdonado por la sangre del Cordero para reanudar su vida cristiana perfeccionándose y creciendo en la gracia de nuestro Señor.

II. TRABAJO QUE DESEMPEÑAN LOS OBISPOS O ANCIANOS EL CUAL DEBE SER APOYADO POR LA IGLESIA EN SU TOTALIDAD

1.   GOBIERNAN. Los ancianos que gobiernan y presiden bien merecen doble honor: “Tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.... No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario” (1 Tim.5:17-18) Los ancianos que gobiernan bien, que enseñan y predican deben recibir respeto y sustento económico tal como era practica usual en las iglesias del primer siglo. En términos generales la iglesia necesita atención y cuidado, es incuestionable que a mayor tiempo de dedicación de los ministros a la obra, mayores serán los frutos de la evangelización y la instrucción de los miembros. Lo ideal es que existan obreros que se puedan dedicarse a tiempo completo en la mies del Señor y para lograr esto la iglesia debe poner cuidado en el sustento de sus ministros.

Con demasiada frecuencia los obreros de Dios se convierten en un tiro al blanco porque algunas personas o grupos tienen expectativas ilusorias que no corresponden a sus funciones, ni a la naturaleza de su trabajo. Es bueno que usted como miembro de la iglesia revise su relación con los pastores y obreros, no debemos estar a la caza de fallos en estos hombres que sirven a Dios y a sus hermanos, se deben abandonar las críticas banales y empezar a mostrar el aprecio y cariño que ellos merecen. Generalmente hay muchos hermanos que no se preocupan si los pastores reciben un sustento económico que les permita vivir con su familia, sin lujos ni ostentación, pero de una forma decente y dignamente, ¿se ha detenido a pensar en esto alguna vez?, o ¿es algo que ya da por hecho, o piensa que no es responsabilidad suya?, ¿en verdad cree usted eso? 

La Palabra de Dios enseña que la grey si tiene obligatoriamente una gran e responsabilidad en el sustento decoroso de sus pastores y su familia, muchos textos en la Biblia así lo ordenan para que el anciano o pastor pueda dedicarse de a lleno al ministerio de la Palabra que requiere una entrega total de espíritu, alma y cuerpo.

Tanto Jesucristo como el apóstol Pablo ordenan a la iglesia a auxiliar económicamente a los Pastores que predican y enseñan: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Co.9:14) los que transgreden este mandamiento directo de Cristo y son negligentes, obstaculizan o entorpecen el debido sustento económico de los ancianos están bajo pecado de desobediencia, es conveniente consultar los pasajes de Gá.6:6, Lc.10:7 y 1 Co.9:4-14. La Predicación es proclamar el Evangelio a los perdidos, estimularlos a que se conviertan a Dios, el pastor que anuncia las buenas nuevas de salvación es administrador de la gracia divina.

Enseñar conlleva la ardua tarea de interpretar correcta y fielmente la verdad de la Escritura, y saber explicitarla eficazmente a los recién convertidos para así ayudarlos a entender el mensaje divino y su aplicación en sus nuevas vidas. Por ese motivo los ancianos y pastores no solamente predican el Evangelio, sino que constantemente deben dedicar su tiempo a superarse en el conocimiento bíblico y teológico, es por ese motivo que son dignos de doble honor, la vida del pastor es antes que todo una vida consagrada al estudio de la Palabra y esta empresa no termina hasta el último día de su vida.

Desgraciadamente, más que apoyar a nuestros ministros y aligerar sus cargas nos complacemos en criticarlos duramente y desentendernos de sus necesidades, como si ellos además de tener la tremenda responsabilidad de responder por nuestras almas no fueran también nuestros hermanos de la fe con sus propios problemas y necesidades personales. Dedíquese a pensar en todo esto y comience a alentarlos y apoyarlos en su ministerio, ellos necesitan de la colaboración de sus hermanos.

2. APACIENTAN EL REBAÑO (Hch.20:28) Es una prioridad del pastor.

Apacentad (pastorear, instruir, educar, vigilar, guardar) —Es imposible llevar a buen término el pastoreo de la grey si subsisten actitudes de rebeldía, desorden y caos, la tarea de apacentar comienza mediante la disciplina y la enseñanza. Guiar, alimentar, cuidar; orar por cada hermano y sus necesidades, exhortarlos, gobernarlos, no por la fuerza, sino con el ejemplo. Los ancianos deben constantemente supervisar la obra de la iglesia (1 Tim.5:17) y así proveer la dirección espiritual que se necesita en cada situación, ya sea de índole colectiva, o individual. Es el Espíritu Santo quien los ordenó como supervisores del rebaño, un anciano, pastor u obispo es alguien que cubre con su propia vida a la grey a su cuidado y la protege, ellos cuidan que no entren en medio de la congregación los lobos rapaces, los que vienen de afuera, como los que surgen en su propia comunidad; tanto los unos como los otros, engendros del diablo, siempre aspiraran a dividir la iglesia, quebrar la confianza de la grey en sus pastores, minar su liderazgo para poder ejercer sus propias ambiciones de protagonismo utilizando infinidad de tácticas diabólicas, engaño, malicia, hipocresía incluyendo el presentarse como falsos maestros. Estos “lobos rapaces”, no importan si vienen de adentro o de afuera, germinan como la levadura corrompiendo la comunidad, constituyen una fuerza destructiva, pervertidora de la verdad, cabecillas de partidos y divisionistas que no perdonan la grey, y harán el trabajo que el diablo quiere, destruir la casa de Dios y blasfemar el nombre de Cristo.

3. CUIDAN DEL REBAÑO (1 Ped.5:2) El apóstol Pedro convence a los ancianos de la iglesia para que no dejen de cumplir los deberes de un pastor que atiende amorosamente las ovejas, que se dedica a alimentarlas espiritualmente, no cesan de preocuparse por su bienestar y protegen al rebaño de las acechanzas de sus enemigos. Jesús es el paradigma del buen Pastor según Jn.10:1–18. Un buen líder debe:

(1) Estar bien claro en que el rebaño que cuida no es de él, pertenece solo a Dios; (2) Anhelan esta responsabilidad, no con el deseo de buscar un protagonismo o relevancia, sino con un deseo ardiente de servir y ayudar a los demás; (3) Está impaciente por dar en sacrificio vivo todo lo humanamente posible y lo imposible, no por los beneficios que pueda obtener (4) No gobiernan como señores, sino por su propio ejemplo de autoridad moral, sabiduría, poder de convencimiento y nunca por imposición o fuerza.

3.    VIGILAN LA SANTIDAD DE LAS ALMAS (Heb.13:17) “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas” ¿Se imagina usted lo infructuoso que le seria a un guardaespaldas cuidar y velar con éxito la vida de la persona a la que ha sido destinado a proteger si esta no lo obedece hasta el mínimo detalle? Todos los miembros de la iglesia deben obedecer a sus pastores, si no se sujetan a su autoridad nada se podrá hacer ante el ataque del enemigo. Cada creyente de la grey debe seguir al pie de la letra las instrucciones de sus pastores, si ellos hablan y aconsejan de acuerdo a la Palabra de Dios entonces les estará hablando Dios mismo por medio del instrumento que Él ha escogido, recuerde, la desobediencia fue la causa de la caída del hombre en el principio de la creación y continua siendo la primera causa de muerte espiritual en la iglesia.

Hay hermanos que parece que nunca van a madurar y se comportan como niños desobedientes y malcriados, la meta de los ancianos y pastores es que el cristiano madure en su ser interior y fructifique en su fe y que llegue a colaborar con un corazón sincero con el liderazgo, esto facilita mucho al anciano el velar por la santidad de su alma.

Un ministro que sea fiel a su misión, que su obrar sea transparente, que tenga una autoridad moral a toda prueba, siempre estará dispuesto al sacrificio personal para que la iglesia sea una comunidad triunfante en Cristo, pero su sacrificio, celo y sufrimiento por la obra de Dios demanda una estricta obediencia y subordinación de la grey, él tiene el pulso de la congregación en su mano, conoce el perfil de cada una de sus ovejas, sus temperamentos, motivaciones y resortes emocionales, cuando el líder aconseja algo que a primera vista no entendemos y tengamos una opinión opuesta debemos obedecer confiadamente pues el pastor si tiene el cuadro completo de la situación y sabe proveerle de la guía necesaria,

No en balde se manda a los miembros de la iglesia “sujetaos a ellos” y esto implica también una actitud de respeto ante lo excepcional de su responsabilidad como guías de la iglesia. Mientras los pastores hablen conforme a la Palabra de Dios ese es el sello de garantía de que ellos han sido escogidos por el Espíritu Santo, y sus valores hablaran más alto que las palabras necias de sus detractores, por tanto merecen toda nuestra consideración y subordinación.

La obediencia que se demanda implica aceptar las orientaciones de los ancianos y subordinarse quiere decir desistir de nuestra propia opinión contraria a la de la Palabra de Dios. Aquí también como asunto de respetuosa sumisión, aun cuando tengan un criterio y voluntad opuesta ya que los ancianos han sido escogidos por el Espíritu Santo, y deben hacerlo reconociendo la responsabilidad especial de sus líderes y la necesidad de alentarlos en el papel que Dios les ha dado.

6. PRESERVAN LA UNIDAD DE LA IGLESIA LOCAL (I Co.1:10-13) Todo el esfuerzo y sacrificios de los ancianos, pastores u obispos tienen como meta el preservar la unidad de la iglesia local, de que no se fomenten ni se propicien condiciones para que se produzcan divisiones y partidismos. Son las preferencias de personalidades por parte de algunos miembros de la congregación el caldo de cultivo por excelencia de satanás para corromper la unidad de la iglesia, por eso la Palabra de Dios manda que el que sirva lo haga para la gloria de Dios y no para la suya propia. Este “culto a personalidades” es el principio del fin de la armonía y la integridad del cuerpo del Señor y cristaliza inmediatamente en un espíritu de contiendas y desavenencias entre los miembros. Bajo ningún pretexto deben permitirse que se creen cismas o desgarramientos en la iglesia debido preferencias a uno u otro predicador. Cristo es el fundamento y cabeza, por tanto él no autoriza a que surjan en el seno de su iglesia miembros seguidores de una u otras personas, que llegan a convertirse en partidos o facciones que rivalizan y contienden unos contra otros, parece que muchos ignoran que seguir a hombres antes que a Cristo constituye un pecado de idolatría.

CONTRA LOS ANCIANOS NO SE DEBEN ADMITIR ACUSACIONES SINO CON DOS O TRES  TESTIGOS (1 Tim.5:19-21) Los líderes de la iglesia son hombres de carne y hueso, no son ángeles, además cargan con sus propias flaquezas y debilidades y deben sobreponerse a ellas y compartir este peso con las debilidades y flaquezas de sus hermanos, por lo que no están libres de pecados, fallas y deslices. Pero muchas veces son criticados por razones superficiales, la mayoría de las veces se les señalan a los pastores imperfecciones y fallas sencillamente porque no satisfacen las expectativas de alguien o de determinado grupo. Por esto es que Pablo exige que a las acusaciones contra los pastores no se les deban dar crédito, ni siquiera que lleguen a ser escuchadas sin el testimonio de no menos de dos o tres testigos.

Si las acusaciones contra los pastores son de índole moral, o por conducta impropia de un ministro entonces el anciano puede ser confrontado y penalizado como cualquier pecador, pero es imprescindible que la amonestación contra él sea hecha con objetividad, y sustentadas seriamente por las evidencias concretas de dos o tres testigos fiables, no por suposiciones o murmuraciones de pasillo. Las acusaciones o señalamientos contra un anciano deben ser examinados y sopesados con sumo cuidado, tacto e imparcialidad y en todo momento ellos deben ser tratados con todo el amor que se merecen, para que si se comprueba que la ofensa cometida no lo inhabilita en sus cualificaciones pueda ser restaurado lo antes posible a su ministerio.

Los pastores, más que otros líderes, están expuestos a los ataques del diablo, a la envidia, y las calumnias, los ataques se magnifican y recrudecen sobre todo cuando más celoso es el anciano o pastor en su trabajo de convencer a los impenitentes, denunciar sus pecados, no pactar ni rendirse ante el mal y defender la sana doctrina (Tito 1:9). Los pastores nunca se verán libres de acusaciones es algo que viene con el trabajo para el cual ha sido llamado por Dios, hay que recordar que su ministerio sigue e imita al de Cristo, ellos tendrán también sus Judas, serán perseguidos por “los que se dicen ser hermanos” y blasfemados como su Señor mientras cumplen con su cometido.

Resumen. El trabajo principal de los ancianos/pastores/obispos será el de: presidir, dirigir, organizar, gobernar, disciplinar, administrar, alimentar, representar y cuidar la grey (la iglesia que está entre ellos). Se debe ser doblemente cuidadoso en aceptar críticas o difamaciones a la ligera sin pruebas contundentes y que sean avaladas con el testimonio de testigos veraces, ya que son los más expuestos en su servicio de líderes por la naturaleza de sus funciones, y mientras más fieles sean a Jesucristo y más constancia y valentía muestren en la defensa de la grey, entonces satanás utilizará todos los medios para atacarles y herirlos.