LA DISCIPLINA QUE DIOS QUIERE PARA SU IGLESIA: Estudio
bíblico-doctrinal.
Segunda Parte
(Continuación)
La iglesia nace de Dios, es el fruto
que germina de la semilla que es la Palabra divina. Los evangelistas proclaman
el Evangelio por pueblos y ciudades, y la buena noticia de que Cristo murió por
nosotros hace nacer y establecer a la iglesia local, es el poder de Dios para
salvación (Ro.10:15-16). En este trabajo de establecer iglesias se da el caso
de que se vean involucrados hermanos de otras congregaciones como evangelistas
o predicadores, ellos también deben ser líderes reproductores, o sea, enseñar a
otros a que sean los nuevos líderes y evangelistas en la recién establecida
congregación para que nunca se detenga la obra y se extienda el reino de Dios.
Una vez que ya se estén preparando los
líderes locales y estén lo suficiente maduros en la fe para asumir el rol de
predicadores en esa localidad, es el momento en que estos hermanos provenientes
de otras congregaciones deben elegir entre quedarse en la nueva iglesia
establecida o regresar a sus comunidades originales, según sea el llamado y la
voluntad de Dios. Lo que no es correcto es que predicadores tengan una dualidad
de funciones en varias congregaciones a la vez. Hay que tener bien claro que
una cosa es establecer la iglesia en una localidad y dar los primeros pasos, que
cuando existen los factores que hacen posible la aplicación correcta de la
organización según el patrón neotestamentario, donde están perfectamente delineados
las funciones y ministerios.
Se ha instalado en las iglesias de
Cristo un fenómeno nada deseable y es el “predicador totalitario”, el quizás
tenga los requisitos de pastor pero contradictoriamente no procede según el
modelo y deja que las cosas permanezcan como le sean más cómodas y así
conservar su status de predicador absoluto, el hombre hace todo en la iglesia y
de
facto se convierte en “pastor” unipersonal: lo dirige todo, los himnos,
imparte clases, predica, es quien custodia y contabiliza las ofrendas y tiene
la última palabra en todas las cuestiones de la iglesia, este tipo de obrero no
es compatible con la organización del trabajo en la congregación según el N.T. que
en cualquier circunstancia establece la pluralidad en el liderazgo.
Al
cumplir con el patrón bíblico de organización para las iglesias locales (llámense
también congregaciones, reuniones, asambleas o comunidades cristianas) inmediatamente
esto trae como consecuencia de que cada una de ellas alcanza el ejercicio pleno de la autonomía
(no es que anteriormente renunciaran a este derecho) y no es tributaria en
ningún sentido a un poder o estructura de gobierno central. Para las iglesias
del Señor no existe otra autoridad que Cristo Hch.20:17. Esto nos lleva al
primer capítulo de este estudio.
I. LA
IGLESIA LOCAL ES AUTÓNOMA E INDEPENDIENTE FUNCIONALMENTE. NO EXISTE OTRA
AUTORIDAD FUERA DE LA ESTABLECIDA POR CRISTO EN LA IGLESIA LOCAL (I Ped.5:1-3,
Hch.20:17).
La iglesia universal esta edificada
sobre la “roca grande” y eterna que es Cristo, no sobre lo que dispongan los
hombres, esto lo dejaron bien claro los apóstoles quienes echaron el fundamento
doctrinal, el concepto primario de esta doctrina es que la iglesia es de
Cristo, no de los hombres Mt.16:18, la iglesia solo está sujeta a la autoridad
del Señor y sus enseñanzas, nadie, ningún mortal puede reclamar este derecho,
Jesús fue quien la compró con su sangre en la cruz Ef.5:25. Lo establecido por
el patrón neotestamentario es que cada iglesia tenga su propio gobierno local
formado por un consejo de ancianos que son auxiliados por los diáconos y que
como iglesias funcionen de forma independiente.
La voluntad de Cristo es que su Cuerpo
Ef.1:22-23 (iglesia universal) se mantenga unido y se aviven permanentemente
los vínculos de comunión fraternal tal y como lo hacían las iglesias en la edad
apostólica, las cuales se ayudaban y cooperaban entre sí de forma abnegada y
desinteresadamente, pero los lazos de hermandad que deben consolidarse entre
las iglesias de Cristo deben estar normados y fundamentados en la misma obediencia
a la Escritura y el sometimiento a Cristo como única Cabeza y potestad de la
iglesia.
Las denominaciones y divisiones que
surgieron en la gran apostasía corrompieron el patrón organizativo de la
iglesia original que fundara Cristo, y comenzaron a organizarse a partir de un
gobierno de diseño o factura humana y no bíblico. La Palabra de Dios no
legitima ninguna variante de centralización de autoridad, ni por el ejemplo
aprobado por los apóstoles, no aparece como escritural y ni siquiera puede deducirse
por inferencia.
En su momento histórico algunos
líderes de la iglesia llevados por la ambición personal, fama, riquezas y poder
apostataron de las enseñanzas de Jesús y comenzaron a centralizar el poder
usurpando la autoridad de Cristo. Para lograr esto comenzaron instrumentando un
oficio inexistente en el Nuevo Testamento: el cargo de “obispo metropolitano”,
o sea, un anciano o pastor que llegó a ser conocido como “obispo de primera
silla” por su lugar prominente en la reunión con otros pastores, a los cuales
imponía su autoridad incuestionable. Dicho obispo metropolitano era llamado
arzobispo al presidir a los obispos de su territorio o región. La iglesia desde
donde gobernaba el arzobispo era nombrada “iglesia arzobispa” y dictaba la
política eclesiástica de las congregaciones a su cargo. Un ejemplo histórico de
tal abominación es el surgimiento de la iglesia católico romana, fue la primera
en establecer un sistema jerárquico piramidal encabezado por el “papa” como
vicario (sustituto) de Cristo en la tierra, en orden de jerarquía lo siguen sus
cardenales, arzobispos, obispos metropolitanos, y sacerdotes.
A partir del Protestantismo y los
consecutivos cismas las denominaciones reformadas, al igual que las iglesias
evangélicas, han reproducido con pequeñas variantes el mismo modelo
organizativo de la iglesia católica, que tanto condenaron y criticaron. En las
denominaciones derivadas de la Reforma el gobierno central se estructura a
partir de la nominación de un Presidente de la obra, o también se le llama un
obispo-superintendente con su junta o mesa ejecutiva. Esta junta directiva
preside un gobierno central desde una iglesia madre, central o matriz, a la
cual están subordinadas un grupo de congregaciones que le son tributarias en
doctrina, fondos y liderazgo. El Espíritu Santo prohíbe en el Nuevo Testamento
la formación de estructuras centralizantes donde una iglesia o grupo de
iglesias se consideren más “poderosas” o “preeminentes” que otras en un sentido
meramente humano.
El patrón neotestamentario nunca
autoriza la subordinación de una iglesia a otra, ni en ningún caso, o coyuntura
determinada, ordena a un obispo, pastor o anciano ejercer ningún tipo de
autoridad sobre otras congregaciones que no sea la suya. Tal práctica viola la
voluntad de Dios, y repetimos, es un pecado de apostasía.
EL GOBIERNO
LOCAL
Los ancianos,
pastores y obispos.
El Gobierno local de la iglesia está
compuesto por: no menos de dos hermanos reconocidos y elegidos por la grey y
que reciben los nombres de ancianos/pastores/obispos (Hch.11:30, 14:23, 20:17-28, Fil.1:1, I Tes.5:12, Ti.1:5, Ti.1:5-7).
Aumentar el número de ancianos está en dependencia del crecimiento de la
congregación y contando que existan hermanos varones que reúnan las
cualificaciones que se exigen y que además voluntariamente anhelen asumir tal
responsabilidad, entonces están creadas las condiciones para que se constituyan
más ancianos (1 Ped.5:1–4). Si no hay hombres en el rebaño que califiquen como
ancianos, o califiquen pero no anhelen ser obispos entonces el liderazgo se
organizará como un consejo o junta de predicadores.
En el Nuevo Testamento podremos
observar que para designar a los líderes espirituales de la grey del Señor se
manejan tres términos: pastor, anciano y obispo pero también se podrá apreciar
que lo que se le indica a un anciano es también lo que se le manda a un pastor
y aplica en funciones a un obispo, porque todas son facetas de un mismo
ministerio, así encontraremos en los textos apostólicos que el anciano es
pastor y el pastor es un anciano y ellos son a su vez obispos porque son
sobreveedores de la seguridad y del alimento del rebaño. En resumen pudiéramos
decir que son hombres que integran en requisitos y propósitos un equipo que
sirve en el poder del Espíritu Santo.
Los diáconos (I Tim.3:8-13), su trabajo
no es presidir, ni gobernar, sino auxiliar a los pastores en su labor
(Hch.6:1-6, Ro.12:7, Fil.1:1). Los demás ministerios, evangelistas y maestros,
deben ser respetados y apoyados por la iglesia en el ejercicio de sus
ministerios, pues están puestos por Dios para edificación de los santos y ellos
a su vez apoyaran el trabajo de los Ancianos en el gobierno de la iglesia desde
sus respectivos ministerios (Ef.4:11-13).
EL CONCEPTO DE DISCIPLNA EN LA IGLESIA.
La disciplina en la iglesia es el orden y conducta propia
que debe observar cada cristiano que conforma la congregación y debe entenderse
como el procedimiento conveniente y preventivo en el sistema de relaciones
entre los miembros de la iglesia local. En el ministerio pastoral se aplican
simultáneamente dos directrices esenciales:
- La
directriz doctrinal y moral. En vistas a lograr que siempre reine la unidad y
armonía en el aspecto doctrinal, de tal modo que no se creen condiciones
propicias para divisiones y partidismos contenciosos donde a corto o largo
plazo se producen inevitablemente desgarramientos en el cuerpo de Cristo
- Preservación
y consolidación del amor fraternal. Que en sus interrelaciones
personales los miembros de la congregación aprendan a aceptarse y amarse
unos a otros a pesar de sus diferencias y se guarden el respeto y la
fraternidad que se deben unos a otros como hermanos que conforman la gran
familia de la fe.
En estas dos directrices que se complementan se va
desarrollando la educación y entrenamiento ético-fraterno que tiene como
objetivo crear en la conciencia del cristiano la sujeción o hábito de
obediencia a la Palabra de Dios.
Propósito espiritual de la disciplina.
La
disciplina en la iglesia tiene un doble propósito:
- INSTRUCTIVO (como pedagógico,
formativo, educativo).
- CORRECTIVO (en el acto de
reprender, amonestar, sancionar).
Según lo establecido en la Escritura cuando el caso lo
requiere se apela como última medida aplicar la excomunión del pecador no
arrepentido, que a pesar de ser una medida de último recurso no deja de ser una
medida correctiva con el fin de que el pecador admita su culpa y
responsabilidad personal por los daños ocasionados, y consecuentemente se arrepienta de sus malas
obras, restaure las heridas y ofensas inferidas y así pueda volver a la
congregación purificado y perdonado por la sangre del Cordero para reanudar su
vida cristiana perfeccionándose y creciendo en la gracia de nuestro Señor.
II. TRABAJO
QUE DESEMPEÑAN LOS OBISPOS O ANCIANOS EL CUAL DEBE SER APOYADO POR LA IGLESIA EN
SU TOTALIDAD
1.
GOBIERNAN. Los ancianos que
gobiernan y presiden bien merecen doble honor: “Tenidos por dignos de doble
honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.... No pondrás bozal
al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario” (1 Tim.5:17-18)
Los ancianos que gobiernan bien, que enseñan y predican deben recibir respeto y
sustento económico tal como era practica usual en las iglesias del primer
siglo. En términos generales la iglesia necesita atención y cuidado, es
incuestionable que a mayor tiempo de dedicación de los ministros a la obra,
mayores serán los frutos de la evangelización y la instrucción de los miembros.
Lo ideal es que existan obreros que se puedan dedicarse a tiempo completo en la
mies del Señor y para lograr esto la iglesia debe poner cuidado en el sustento
de sus ministros.
Con demasiada frecuencia los obreros de Dios se
convierten en un tiro al blanco porque algunas personas o grupos tienen
expectativas ilusorias que no corresponden a sus funciones, ni a la naturaleza
de su trabajo. Es bueno que usted como miembro de la iglesia revise su relación
con los pastores y obreros, no debemos estar a la caza de fallos en estos
hombres que sirven a Dios y a sus hermanos, se deben abandonar las críticas
banales y empezar a mostrar el aprecio y cariño que ellos merecen. Generalmente
hay muchos hermanos que no se preocupan si los pastores reciben un sustento
económico que les permita vivir con su familia, sin lujos ni ostentación, pero
de una forma decente y dignamente, ¿se ha detenido a pensar en esto alguna
vez?, o ¿es algo que ya da por hecho, o piensa que no es responsabilidad suya?,
¿en verdad cree usted eso?
La Palabra de Dios enseña que la grey si tiene obligatoriamente
una gran e responsabilidad en el sustento decoroso de sus pastores y su
familia, muchos textos en la Biblia así lo ordenan para que el anciano o pastor
pueda dedicarse de a lleno al ministerio de la Palabra que requiere una entrega
total de espíritu, alma y cuerpo.
Tanto Jesucristo como el apóstol Pablo ordenan a la
iglesia a auxiliar económicamente a los Pastores que predican y enseñan:
“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del
evangelio” (1 Co.9:14) los que transgreden este mandamiento directo de
Cristo y son negligentes, obstaculizan o entorpecen el debido sustento
económico de los ancianos están bajo pecado de desobediencia, es conveniente
consultar los pasajes de Gá.6:6, Lc.10:7 y 1 Co.9:4-14. La Predicación es
proclamar el Evangelio a los perdidos, estimularlos a que se conviertan a Dios,
el pastor que anuncia las buenas nuevas de salvación es administrador de la
gracia divina.
Enseñar conlleva la ardua tarea de interpretar correcta y
fielmente la verdad de la Escritura, y saber explicitarla eficazmente a los
recién convertidos para así ayudarlos a entender el mensaje divino y su
aplicación en sus nuevas vidas. Por ese motivo los ancianos y pastores no
solamente predican el Evangelio, sino que constantemente deben dedicar su
tiempo a superarse en el conocimiento bíblico y teológico, es por ese motivo
que son dignos de doble honor, la vida del pastor es antes que todo una vida
consagrada al estudio de la Palabra y esta empresa no termina hasta el último
día de su vida.
Desgraciadamente, más que apoyar a nuestros ministros y
aligerar sus cargas nos complacemos en criticarlos duramente y desentendernos
de sus necesidades, como si ellos además de tener la tremenda responsabilidad
de responder por nuestras almas no fueran también nuestros hermanos de la fe
con sus propios problemas y necesidades personales. Dedíquese a pensar en todo
esto y comience a alentarlos y apoyarlos en su ministerio, ellos necesitan de
la colaboración de sus hermanos.
2. APACIENTAN EL
REBAÑO (Hch.20:28) Es una prioridad del pastor.
Apacentad (pastorear, instruir, educar, vigilar, guardar)
—Es imposible llevar a buen término el pastoreo de la grey si subsisten
actitudes de rebeldía, desorden y caos, la tarea de apacentar comienza mediante
la disciplina y la enseñanza. Guiar, alimentar, cuidar; orar por cada hermano y
sus necesidades, exhortarlos, gobernarlos, no por la fuerza, sino con el
ejemplo. Los ancianos deben constantemente supervisar la obra de la iglesia (1
Tim.5:17) y así proveer la dirección espiritual que se necesita en cada
situación, ya sea de índole colectiva, o individual. Es el Espíritu Santo quien
los ordenó como supervisores del rebaño, un anciano, pastor u obispo es alguien
que cubre con su propia vida a la grey a su cuidado y la protege, ellos cuidan
que no entren en medio de la congregación los lobos rapaces, los que vienen de
afuera, como los que surgen en su propia comunidad; tanto los unos como los
otros, engendros del diablo, siempre aspiraran a dividir la iglesia, quebrar la
confianza de la grey en sus pastores, minar su liderazgo para poder ejercer sus
propias ambiciones de protagonismo utilizando infinidad de tácticas diabólicas,
engaño, malicia, hipocresía incluyendo el presentarse como falsos maestros.
Estos “lobos rapaces”, no importan si vienen de adentro o de afuera, germinan
como la levadura corrompiendo la comunidad, constituyen una fuerza destructiva,
pervertidora de la verdad, cabecillas de partidos y divisionistas que no
perdonan la grey, y harán el trabajo que el diablo quiere, destruir la casa de
Dios y blasfemar el nombre de Cristo.
3. CUIDAN DEL
REBAÑO (1 Ped.5:2) El apóstol Pedro convence a los ancianos de la iglesia
para que no dejen de cumplir los deberes de un pastor que atiende amorosamente
las ovejas, que se dedica a alimentarlas espiritualmente, no cesan de
preocuparse por su bienestar y protegen al rebaño de las acechanzas de sus
enemigos. Jesús es el paradigma del buen Pastor según Jn.10:1–18. Un buen líder
debe:
(1)
Estar bien claro en que el rebaño que cuida no es de él, pertenece solo a Dios;
(2) Anhelan esta responsabilidad, no con el deseo de buscar un protagonismo o
relevancia, sino con un deseo ardiente de servir y ayudar a los demás; (3) Está
impaciente por dar en sacrificio vivo todo lo humanamente posible y lo
imposible, no por los beneficios que pueda obtener (4) No gobiernan como
señores, sino por su propio ejemplo de autoridad moral, sabiduría, poder de
convencimiento y nunca por imposición o fuerza.
3.
VIGILAN LA SANTIDAD DE LAS
ALMAS
(Heb.13:17) “Obedeced a vuestros
pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas” ¿Se
imagina usted lo infructuoso que le seria a un guardaespaldas cuidar y velar
con éxito la vida de la persona a la que ha sido destinado a proteger si esta
no lo obedece hasta el mínimo detalle? Todos los miembros de la iglesia deben
obedecer a sus pastores, si no se sujetan a su autoridad nada se podrá hacer
ante el ataque del enemigo. Cada creyente de la grey debe seguir al pie de la
letra las instrucciones de sus pastores, si ellos hablan y aconsejan de acuerdo
a la Palabra de Dios entonces les estará hablando Dios mismo por medio del
instrumento que Él ha escogido, recuerde, la desobediencia fue la causa de la
caída del hombre en el principio de la creación y continua siendo la primera
causa de muerte espiritual en la iglesia.
Hay hermanos que parece que nunca van a madurar y se
comportan como niños desobedientes y malcriados, la meta de los ancianos y
pastores es que el cristiano madure en su ser interior y fructifique en su fe y
que llegue a colaborar con un corazón sincero con el liderazgo, esto facilita
mucho al anciano el velar por la santidad de su alma.
Un ministro que sea fiel a su misión, que su obrar sea
transparente, que tenga una autoridad moral a toda prueba, siempre estará
dispuesto al sacrificio personal para que la iglesia sea una comunidad
triunfante en Cristo, pero su sacrificio, celo y sufrimiento por la obra de
Dios demanda una estricta obediencia y subordinación de la grey, él tiene el
pulso de la congregación en su mano, conoce el perfil de cada una de sus
ovejas, sus temperamentos, motivaciones y resortes emocionales, cuando el líder
aconseja algo que a primera vista no entendemos y tengamos una opinión opuesta
debemos obedecer confiadamente pues el pastor si tiene el cuadro completo de la
situación y sabe proveerle de la guía necesaria,
No en balde se manda a los miembros de la iglesia “sujetaos
a ellos” y esto implica también una actitud de respeto ante lo
excepcional de su responsabilidad como guías de la iglesia. Mientras los
pastores hablen conforme a la Palabra de Dios ese es el sello de garantía de
que ellos han sido escogidos por el Espíritu Santo, y sus valores hablaran más
alto que las palabras necias de sus detractores, por tanto merecen toda nuestra
consideración y subordinación.
La obediencia que se demanda implica aceptar las
orientaciones de los ancianos y subordinarse quiere decir desistir de nuestra
propia opinión contraria a la de la Palabra de Dios. Aquí también como asunto
de respetuosa sumisión, aun cuando tengan un criterio y voluntad opuesta ya que
los ancianos han sido escogidos por el Espíritu Santo, y deben hacerlo
reconociendo la responsabilidad especial de sus líderes y la necesidad de
alentarlos en el papel que Dios les ha dado.
6. PRESERVAN LA
UNIDAD DE LA IGLESIA LOCAL (I Co.1:10-13) Todo el esfuerzo y sacrificios de
los ancianos, pastores u obispos tienen como meta el preservar la unidad de la
iglesia local, de que no se fomenten ni se propicien condiciones para que se
produzcan divisiones y partidismos. Son las preferencias de personalidades por
parte de algunos miembros de la congregación el caldo de cultivo por excelencia
de satanás para corromper la unidad de la iglesia, por eso la Palabra de Dios
manda que el que sirva lo haga para la gloria de Dios y no para la suya propia.
Este “culto a personalidades” es el principio del fin de la armonía y la
integridad del cuerpo del Señor y cristaliza inmediatamente en un espíritu de
contiendas y desavenencias entre los miembros. Bajo ningún pretexto deben
permitirse que se creen cismas o desgarramientos en la iglesia debido
preferencias a uno u otro predicador. Cristo es el fundamento y cabeza, por
tanto él no autoriza a que surjan en el seno de su iglesia miembros seguidores
de una u otras personas, que llegan a convertirse en partidos o facciones que
rivalizan y contienden unos contra otros, parece que muchos ignoran que seguir
a hombres antes que a Cristo constituye un pecado de idolatría.
CONTRA LOS ANCIANOS NO SE DEBEN
ADMITIR ACUSACIONES SINO CON DOS O TRES
TESTIGOS (1
Tim.5:19-21) Los líderes de la iglesia son hombres de carne y hueso, no son
ángeles, además cargan con sus propias flaquezas y debilidades y deben
sobreponerse a ellas y compartir este peso con las debilidades y flaquezas de
sus hermanos, por lo que no están libres de pecados, fallas y deslices. Pero
muchas veces son criticados por razones superficiales, la mayoría de las veces
se les señalan a los pastores imperfecciones y fallas sencillamente porque no
satisfacen las expectativas de alguien o de determinado grupo. Por esto es que
Pablo exige que a las acusaciones contra los pastores no se les deban dar
crédito, ni siquiera que lleguen a ser escuchadas sin el testimonio de no menos
de dos o tres testigos.
Si las acusaciones contra los pastores son de índole
moral, o por conducta impropia de un ministro entonces el anciano puede ser
confrontado y penalizado como cualquier pecador, pero es imprescindible que la
amonestación contra él sea hecha con objetividad, y sustentadas seriamente por
las evidencias concretas de dos o tres testigos fiables, no por suposiciones o
murmuraciones de pasillo. Las acusaciones o señalamientos contra un anciano
deben ser examinados y sopesados con sumo cuidado, tacto e imparcialidad y en
todo momento ellos deben ser tratados con todo el amor que se merecen, para que
si se comprueba que la ofensa cometida no lo inhabilita en sus cualificaciones
pueda ser restaurado lo antes posible a su ministerio.
Los pastores, más que otros líderes, están expuestos a
los ataques del diablo, a la envidia, y las calumnias, los ataques se
magnifican y recrudecen sobre todo cuando más celoso es el anciano o pastor en
su trabajo de convencer a los impenitentes, denunciar sus pecados, no pactar ni
rendirse ante el mal y defender la sana doctrina (Tito 1:9). Los pastores nunca
se verán libres de acusaciones es algo que viene con el trabajo para el cual ha
sido llamado por Dios, hay que recordar que su ministerio sigue e imita al de
Cristo, ellos tendrán también sus Judas, serán perseguidos por “los que se
dicen ser hermanos” y blasfemados como su Señor mientras cumplen con su
cometido.
Resumen. El trabajo principal de los
ancianos/pastores/obispos será el de: presidir, dirigir, organizar, gobernar,
disciplinar, administrar, alimentar, representar y cuidar la grey (la iglesia
que está entre ellos). Se debe ser doblemente cuidadoso en aceptar críticas o
difamaciones a la ligera sin pruebas contundentes y que sean avaladas con el
testimonio de testigos veraces, ya que son los más expuestos en su servicio de
líderes por la naturaleza de sus funciones, y mientras más fieles sean a
Jesucristo y más constancia y valentía muestren en la defensa de la grey,
entonces satanás utilizará todos los medios para atacarles y herirlos.
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