viernes, 18 de marzo de 2011

La Palabra Canon


La palabra CANON: originalmente una palabra del idioma sumerio asumida por el babilónico y que pasa al hebreo y al griego.
Significa de forma literal una vara recta, listón, o regla de medir que utilizaban los albañiles y carpinteros en sus labores.
Con el tiempo el término adquiere otra connotación y expresa la idea de: NORMA o PATRÓN.
En el siglo II se usa en la iglesia para referirse a una NORMA REVELADA, o sea, “lo verdadero, lo que es principio de fe”. En el siglo IV fue utilizada para designar una especie de catálogo o lista de libros autorizados por la iglesia para edificación e instrucción porque se consideraban normativos y autoritativos para la fe cristiana por su fidelidad a la enseñanza apostólica.

¿Qué se fin se perseguía con el establecimiento de un CANON o PATRON?
Con el canon se persigue el objetivo de –conservar, -preservar, y –observar de manera precisa la pureza e inspiración de los textos en circulación, el canon básicamente determina los límites de la revelación de Dios definiendo lo que es, o no es, inspirado por Dios, y de esta forma guardar la integridad de la Escritura.

Esta Escritura Sagrada, tanto los libros del Antiguo Testamento como del Nuevo, es reconocida por la iglesia:
1) Como textos escritos por inspiración del Espíritu Santo
2) Dios es su legítimo autor
3) La Biblia en su totalidad ha sido confiada por Dios a su iglesia para el anuncio del Evangelio y la instrucción del pueblo de Dios.

En el desarrollo del canon para que un libro fuera reconocido como inspirado el criterio normativo era la consideración o valoración de que estos textos correspondieran a la doctrina enseñada por los apóstoles en caso contrario eran rechazados. La iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, supo discernir cuando un libro era inspirado o no.

LIBROS CANONICOS.
En estas listas o cánones se marcaba una diferencia entre los libros CANONICOS, los cuales podían ser leídos por su probada autoridad (inspirados por el Espíritu Santo), y los libros APOCRIFOS que podían leerse con carácter instructivo, pero nunca como normas o reglas de fe para las iglesias de cristo. La palabra CANON con el tiempo vino a ser usada comúnmente con un sentido dual como prueba o norma de medida, y como algo aplicado a lo que se mide

DESARROLLO DEL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

Antes de morir, Moisés escribió un libro de la ley, y mandó a los levitas a que lo pusieran al lado del Arca (Dt.31:26). En este libro de la ley se ordenaba que todo rey “cuando se sentare sobre el trono de su reino, que ha de escribir para si en un libro un traslado de esa ley el original de delante de los sacerdotes levitas, y los tendrá consigo y leerá en el todos los días de su vida” (Dt.17:18-19). Más tarde Josué estableció un pacto con el pueblo y escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios (Jos.24:26), posteriormente el profeta Samuel escribió un libro, el cual guardó delante de Jehová (I S.10:25). Durante las reformas aplicadas por Josafat el pueblo fue enseñado con el libro de la ley (II Cr.17:9). Un hecho significativo en la formación del canon veterotestamentario fue el descubrimiento por parte de Hilcias, sumo sacerdote, del libro de la ley en el templo (II R.22:8-10), acto seguido el rey Josías convocó al pueblo y el libro fue leído, y todo el pueblo confirmó el pacto II R.23:2-3.
Este evento es definitorio en la historia del canon según el testimonio bíblico, ya que en un acto público el libro de la ley fue aceptado por el rey y el pueblo como un documento que expresaba la autoridad divina. En el siglo V antes de Cristo se destacan dos eventos integradores del canon, el primero fue la lectura de la ley mosaica públicamente y el consiguiente pacto que fue sellado por príncipes, levitas y sacerdotes. Durante este mismo siglo los samaritanos adoptaron la ley de Moisés con el objetivo de probar su descendencia del antiguo Israel, de esta forma fue constituido el Pentateuco Samaritano. Estos eventos prueban que la Ley fue aceptada como canónica desde el año 440 a. de C.
La segunda división del canon fue la colección de Profetas que se aprobó en el mismo siglo que marcó el canon de la Ley, esto explica por qué Esdras y Nehemías no están recogidos en esta colección.
La tercera división Las Escrituras y Los Salmos ocurre por el año 130 a. C. y finalizó alrededor del año 100 a. C. Finalmente fue en el Concilio de Jamnia en el 90 d.C. se aprobaron todos los libros que hoy en día conocemos como el Antiguo Testamento y se rechazaron los que no se encontraron aprobados. El testimonio mas importante de la canonicidad del Viejo Pacto fue ratificado por nuestro Señor Jesús y sus discípulos como el oráculo infalible de Dios para el pueblo judío.



DESARROLLO DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO.
La agencia del Espíritu Santo y la memoria colectiva e individual de los apóstoles.
Después de la ascensión de Jesús a la diestra del Padre los apóstoles quedaron comisionados para el liderazgo e instrucción de la naciente iglesia. Durante un periodo de alrededor de tres años ellos, en su condición de discípulos, fueron instruidos por Jesús y a la vez habían tenido el inmenso privilegio de ser testigos de su vida ejemplar, su crucifixión, sepultura, resurrección y ascensión de entre los muertos por el poder de Dios. Las enseñanzas de Cristo quedaron en la memoria individual y colectiva de los apóstoles y de aquellos que lo seguían (Jn.17:8-18). Ellos recibieron, según la promesa, una capacidad especial (inspiración) proveniente de la agencia del Espíritu Santo.
Mediante el Consolador, Jesús les seguiría enseñando, y aún más, les recordaría todas las enseñanzas e instrucciones que Él les había dado durante el tiempo en que había ejercido su ministerio terrenal junto con ellos, para que la transmitieran de forma íntegra y correctamente de una vez y para siempre (Jn.14:25-26, 16:12-13).

• La transmisión oral y las epístolas circulares
Para Jesús y sus seguidores, la Torá, los Profetas y los Hagiográficos del judaísmo eran las ¨Santas Escrituras¨ y los rollos de la ley se conservaban solamente en las sinagogas y el templo. Durante mucho tiempo esta transmisión de las enseñanzas de Jesús se realizó de forma oral, y es en una fecha muy tardía, (alrededor de 60-70 años o más), después de la resurrección de Cristo, que por parte de las comunidades cristianas se comienzan a recopilar, conservar, copiar y circular los evangelios y algunos escritos apostólicos (epístolas) entre las iglesias establecidas que posteriormente con el paso del tiempo conformarían los textos sagrados del Nuevo Testamento. A su vez Pablo requiere en Col.4:16 que su epístola también fuera leída en la iglesia de Laodicea y la que poseía Laodicea fuera a su vez leída por los de Colosas. En II P.3:16 el apóstol habla de cartas paulinas en las cuales, según su criterio, algunas cosas eran «difíciles de entender».

Hay suficiente evidencia escritural para afirmar que existían epístolas que fueron escritas en forma de cartas circulares, por este motivo las iglesias primitivas preservaron y copiaron las epístolas que recibían de los apóstoles y de esta manera se facilitó el que se fueran completando las primeras colecciones que hoy conforman nuestras Biblias, fue así como principió la canonicidad del Nuevo Testamento.

Primeros intentos de formar el canon neotestamentario

Al fallecimiento de los apóstoles y de sus evangelistas se produce un vacío de autoridad en cuanto a la autenticidad de la doctrina cristiana, de lo que era enseñanza apostólica y lo que no. La legitimidad del evangelio era conservada en la predicación oral y en los primeros textos sagrados que salían a la luz, fundamentalmente las cartas paulinas y los evangelios. En esta periodo de tiempo no existía ninguna recopilación de textos cristianos como los que ahora conocemos como el Nuevo Testamento.
Los primeros movimientos apostatas reclamaron para si esta autoridad apostólica y la primera mención de un canon neotestamentario es alrededor del año 140 d.C. elaborado por el hereje Marción , el cual centró todos sus esfuerzos por establecer un canon definido y para ello primero se dio a la tarea de elaborar un Nuevo Testamento que justificara su errado sistema teológico. Sin embargo el canon Muratorio en el 200 d.C. es de mayor relevancia y se considera la lista más antigua de textos del Nuevo Testamento

En el Sínodo de Cartago en el año 397 o 419 d.C. se ratificó oficialmente el canon del Nuevo Testamento, tal como lo conocemos hoy. Fue Atanasio (293?-373) teólogo y obispo de la iglesia de Alejandría, envió en el año 367 a las iglesias que se hallaban bajo su jurisdicción una carta pastoral, donde establecía los límites del canon del Nuevo Testamento. La norma que se aplicaba para determinar cuál texto era canónico o no era su apostolicidad, o sea, tenía que haber sido escrito por el apóstol o dictado a su amanuense.
[NOTA: Los textos eran exhaustivamente analizados hasta comprobar que eran portadores de la enseñanza apostólica, por este motivo algunos libros que estaban en circulación como el Pastor de Hermas y la Epístola de Bernabé, por citar algunos casos, fueron descartados porque en su contenido didáctico no reflejaban la enseñanza de los apóstoles y en algunos casos la contradecían]

LOS APOCRIFOS.
El término apócrifo significa simplemente el como se denomina a aquellos escritos que no pertenecen al canon, y se consideran que no son inspirados por el Espíritu Santo. Habiéndose completado ya el canon del Antiguo Testamento se continuaron escribiéndose algunos libros de edificación que fueron usados ampliamente por los judíos, pero a su vez no eran considerados en el mismo plano de las Escrituras canónicas, este fenómeno se manifestó en Palestina, sin embargo los judíos en Alejandría adoptaron un canon diferente y llegaron a incluir como divinamente inspirados los libros que eran considerados apócrifos.
El protestantismo rechazó los libros apócrifos, entendiendo como inspirados los 66 libros que conforman ambos testamentos como dados por inspiración divina los cuales revelan infaliblemente la voluntad de Dios en referencia a todo lo necesario para la salvación del hombre. Lo que se conoce comúnmente como los Apócrifos del Nuevo Testamento es una colección de escritos espurios que nunca fueron publicados conjuntamente con las textos canónicos, y nunca fueron reconocidos como inspirados.

Bautizos



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miércoles, 16 de marzo de 2011

EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN


Hay un factor común en todos los sistemas de creencias que estructuran las religiones que conocemos en nuestros días: el admitir que todo lo visible e invisible que nos rodea, incluyéndonos como parte culminante de la creación, es obra de una divinidad, a la cual estamos sujetos tanto en el acto de obedecerle, servirle y adorarle.

Para facilitar la cuestión metodológica de este tratado quisiera tomar como referencia la conceptualización de “religiones abrahámicas” que algunos expertos en el tema utilizan para referirse al judaísmo, el cristianismo y el islamismo por el hecho de ser religiones monoteístas que tienen como tronco común a Abraham como padre de todas las naciones, afirmación avalada por la Escritura. Reduciendo aún más el campo de elementos teológicos comunes es en las religiones judía y cristiana donde se enfatiza de manera muy singular que la relación con este Único y Verdadero Dios es de carácter personal.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento ponen de relieve que Dios Creador y Padre no se restringe a su trascendencia, sino que es un Dios comprometido hasta la medula con su creación, es también un Dios inmanente, ha escogido a su pueblo primogénito y camina con su pueblo, habla con su pueblo y se manifiesta en medio de el por medio de sus profetas y la ley, esta verdad es algo que compartimos judíos y cristianos.


En la fe cristiana y el conjunto de doctrinas neotestamentarias sobre la naturaleza del Dios Único en el Nuevo Testamento se registra un evento que distingue definitivamente al cristianismo de todas las religiones monoteístas y politeístas hasta el momento conocidas, incluyendo la Judía: Jesucristo el Verbo encarnado por obra y gracia del Espíritu Santo, el único camino para llegar a Dios, Dios mismo hecho hombre pleno en la persona de Jesús de Nazaret, es Dios encarnado en nuestra débil y nada digna humanidad. Entonces podemos afirmar que es el misterio de la encarnación el sello sublime que identifica y distingue la fe cristiana y consecuentemente la forma de relacionarnos con el Dios Creador y Padre en el poder de su Espíritu.


El Dios de los cristianos, el Dios que describe la Biblia no es un Dios de “balcón” cuyo papel se reduce a ser un simple espectador, de ninguna manera es un Dios que le ha dado cuerda a nuestro planeta como si fuera un reloj y se ha alejado en el infinito para observar impasible desde la inalcanzable altura de los cielos la marcha de la historia humana.

Muchas religiones, sobre todo las llamadas “religiones orientalistas” como el yoga, budismo, etc. tienen una visión diferente del Dios que nos muestra la Biblia, para sus creyentes no existe la idea de un Dios personal que dialoga e interactúa con sus adoradores. Estas religiones comparten en su gran mayoría un credo fundamental que está situado en el otro extremo de la fe cristiana, para estos creyentes su percepción es que Dios es un ser inaccesible, divorciado de la tragedia humana, por tanto el éxtasis y las experiencias extra corporales constituyen el camino a la felicidad y tienen como objetivo primario aislar al creyente del sufrimiento sumergiéndolo en una total indiferencia a la realidad que lo rodea.

A partir de este presupuesto trascendente, de una divinidad inaccesible entonces la búsqueda de comunión con Dios como vinculo y fuente de bendiciones, paz y perfeccionamiento de los creyentes en estas religiones deja de centrarse en la búsqueda de una apasionada, estrecha e íntima relación personal y es sustituida por un aparente trance o grado de éxtasis escapista que aparentemente transporta más allá del bien y el mal a tales practicantes, un estado en busca de la felicidad que posibilita el no sentir preocupaciones, debilidades o temores, pasión o exaltación que constituyen sentimientos inherentes a la naturaleza humana.

Cuando hablamos de misterio es necesario puntualizar que desde la enseñanza bíblica el significado del término “misterio” no implica “algo” o “alguien” totalmente desconocido, sino que se hace referencia a una verdad oculta desde el principio de los tiempos que es imposible desentrañar por medio del intelecto humano, sino que es dada a conocer por gracia a los que profesan la fe en el Dios de la Biblia, este medio o verdad donde es revelado el misterio de Dios no es otro que Cristo (Col.1:26) “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos”



Si revisamos algunos relatos que describen las relaciones de algunas deidades con sus creyentes podemos apreciar, para citar un ejemplo al mitológico Dios Zeus que no puede descender desde el monte Olimpo y mezclarse con los humanos, el Dios de los cristianos, el Dios “que creó todas las cosas” desciende y se convierte en uno de nosotros, en un mortal de carne y hueso en la persona de Jesús (1 Tim.3.16) “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria”.



Es sumamente importante detenernos en la connotación de la frase bíblica “manifestado en carne”, y podemos apreciar que en el evangelio según Juan la idea es aún más directa y explicita “Y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…lleno de gracia y verdad” (Jn.1:14), por tanto en el contexto de estas afirmaciones el “hacerse carne” en el sentido bíblico significa asumir un cuerpo humano, el Hijo de Dios asumió no solamente un cuerpo humano sino toda la contingencia propia de nuestra naturaleza humana. La Biblia nos enseña sin dejar ningún resquicio, que el plan de salvación inexorablemente incluía la encarnación. Pero el nudo del problema teológico que nos plantea el evento de la encarnación y que ha generado muchas herejías y conflictos para aquellos que no aceptan la doctrina del Dios Trino es el ¿Cómo? de la encarnación en referencia a la divinidad y la humanidad del Redentor. ¿Cómo las dos naturalezas, la divina y la humana subsistieron en la persona de Jesús de Nazaret, el Cristo?

Ante estos cuestionamientos a lo largo de la historia del cristianismo encontramos diferentes interpretaciones erróneas sobre la divinidad/humanidad de Jesús.

Desde el mismo comienzo del cristianismo surgieron en el seno de la iglesia falsas doctrinas como la gnóstica, que encontraba intolerable la encarnación y enunciaba que la humanidad de Jesús no era más que una apariencia, otra variante que pretendía dilucidar el misterio era el adopcionismo, que predicaba que Jesús aunque concebido milagrosamente, no era más que un hombre común hasta su bautismo, cuando el Espíritu Santo le hizo Hijo de Dios “por adopción” y no reconocían ninguna relación divina entre el Padre y el Hijo, la doctrina de los patripasianos: ellos creían en la divinidad de Cristo, pero consideraban la Trinidad como las tres “manifestaciones”, o “modos” (modalismo) de un único ser divino, proclamaban que el Padre había venido a la Tierra y había sufrido y muerto bajo la “apariencia” del Hijo, y el arrianismo que rechazaba la divinidad de Jesús y lo concebían como una criatura más, esta última corriente es la que más fuertemente está presente en la teología racionalista o liberal de nuestros días que nos deja solamente al Jesús humano, al Cristo histórico.

Las circunstancias y posibilidades.

Ahora bien, tenemos el punto sobre la inmutabilidad de Dios, un Dios cuya existencia es eterna, este atributo de la Deidad pudiera parecer contrario al misterio de la encarnación, pero no podemos obviar que también existen otros atributos o características de Dios que en la Biblia nos orientan y clarifican sobre el tema: Dios es todopoderoso, para El no hay nada imposible, por tanto para Dios no existió ninguna limitante en el momento en que, por su soberana voluntad, decidió asumir la humanidad en Jesús, un hombre concreto a pesar de haber sido concebido milagrosamente por obra y gracia del Espíritu Santo, sin por eso dejar de ser Dios. Aquí ya hemos aclarado la posibilidad de Dios, pero también la Biblia anuncia el motivo de Dios: el intenso amor hacia su creación, el apóstol Juan declara: “Dios es amor”

El motivo.


La Biblia nos enseña otra de las características esenciales de la Deidad, y es que Dios como Espíritu, es Amor. El Amor de Dios padre y Creador es un amor que no conoce fronteras, El ama apasionadamente a toda la humanidad y movido por este intenso Amor es que decide hacerse hombre y habitar entre su pueblo escogido.

La imagen de Dios en el hombre.

El autor del Salmo 8 hace una declaración impresionante: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo (Sal.8:4-7). El salmista vincula la indiscutible autoridad de Dios sobre su creación, es por tanto el Señor de la historia humana e incluye en el marco de la creación la gloria humana.

Esta declaración del Salmo 8 nos lleva a la inevitable pregunta ¿y cuál es la gloria del hombre como culminación de la creación divina?


La gloria y la honra del hombre es que lleva en si la imagen y semejanza de su Creador. Si el hombre no hubiera sido dotado con la imagen y semejanza de Dios no pudiera enseñorearse sobre todas las obras de Dios y dominar mediante la ciencia y la técnica el entorno que lo rodea en su beneficio.