La instrucción del pueblo de Dios es una de las tareas que encontramos en la gran comisión que Jesucristo dejara a su iglesia: “… enseñándoles que guarden todas estas cosas que os he mandado;…” (Mt.28:20)
No todo termina con el primer anuncio de salvación, la aceptación y obediencia al mismo, más bien después de la proclamación del evangelio y a partir del bautismo es que entonces comienza gradualmente la instrucción del cristiano para su crecimiento y perfeccionamiento de su santidad, es por este motivo que somos exhortados a estudiar la Palabra de Dios: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (II Tim.2:15)
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