lunes, 4 de enero de 2010

Textos para estudio y meditación.

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Sal.42.1-2)

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (Sal.73.25-26)

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche” (Sal.1.1-2)

Salmos 42:1-2; 63:1-2 – La sed de Dios: señal de crecimiento espiritual. Aquí vemos un elemento constitutivo del crecimiento espiritual: el de la sed del hombre por Dios, podemos describirla como el anhelo de nuestra alma de saciar su sed en la única fuente que puede llenar esta necesidad: Dios mismo. Es en esencia el impulso intenso en el ser humano de buscar a Dios y presentarse delante de Él con la misma urgencia con que necesitamos del agua como elemento vital. El alma se compara al ciervo que brama por calmar su sed, el cristiano solo puede calmar esa sed en el rio del Espíritu divino para refrescar su alma, lo cual implica renovación y restauración tanto espiritual, como física. Aquí se expresa claramente el ansia por la comunión con Dios como fuente de agua viva. Otro elemento a tener en cuenta en este salmo es que la sed y la sequedad significan en el contexto bíblico cansancio y miseria moral ante la incapacidad de enfrentar situaciones adversas y hostiles. El objetivo final es alcanzar a ver el poder y la majestad de Dios en medio de estas circunstancias.

Salmo 73:25-26 – Dios es el único bien que satisface al cristiano: el ser humano como criatura está destinado para Dios. Es feliz aquel cuyo propósito descansa en la Roca eterna e inconmovible sobre la cual echamos los cimientos de nuestro nuevo estilo de vivir. Dios es nuestra única fuente de vida abundante. Cuando en momentos de crisis y soledad llegamos al desfallecimiento espiritual solo en El y en su cercana presencia encontramos el único asidero firme y refugio seguro.

Salmo 1:1-2 – La meditación en la ley de Dios santifica al hijo de Dios y lo aparta de la conducta de los impíos: por tanto es imprescindible en el crecimiento espiritual para llevar a la aplicación práctica y personal la ley de Dios. El hábito de reflexionar sobre la Palabra de Dios preserva la bondad y rectitud de nuestro corazón y nos hace crecer y madurar espiritualmente.

Romanos 8:26-27 –La obra intercesora del Espíritu Santo: por todos los cristianos en la práctica de la oración. En el momento de la oración también contamos con la ayuda de Dios, quien por medio de su Espíritu nos auxilia para pedir “como se debe” ya que somos incapaces en este sentido producto de nuestras debilidades espirituales.

I Juan 5:14-15 – La confianza en la oración conforme a la voluntad divina: Si pedimos en nuestras oraciones dejando a un lado nuestra voluntad y que sea la voluntad de Dios la que se finalmente se imponga solo entonces El nos oirá y podemos por fe considerarlas concedidas.


Filipenses 4:8-9 –Los valores o virtudes de la espiritualidad: La prioridad del crecimiento espiritual en el cristiano es ejercitar la piedad como máximo valor o virtud intrínseco a su espiritualidad. La piedad es el amor incondicional hacia Dios; la dimensión moral se concreta en el amor en relación al prójimo. Los valores o virtudes que caracterizan nuestro crecimiento espiritual deben ocupar el primer lugar contra los valores y virtudes según los patrones del mundo, por tanto no debemos despreciar nada que sea bueno en sí porque todo lo bueno y agradable procede de Dios; de tal manera que cada valor o virtud ocupe su debido lugar. La piedad y la moral verdadera son inseparables por tanto son autenticas joyas de nuestra espiritualidad cuando son llevadas a la práctica, de esta manera no sólo experimentaremos “la paz de Dios”, sino que ese mismo Dios de paz estará con nosotros.

Mateo 6:19-21 –La sencillez: una disciplina espiritual donde una actitud interna se refleja en un modo externo de vivir donde las riquezas están controladas solo por Dios. El hombre debe servirse de las cosas que son perecederas, pero no convertirse en esclavo de las cosas. El consumismo es un problema que golpea la espiritualidad del hombre moderno y aun de aquellos que dicen ser cristianos. Cuando nos ocupamos en la trivialidad de hacer “…tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen,..” entonces optamos por el lado humano de la perspectiva de la riqueza y olvidamos que Dios es el dueño de todo. Al confiar en las riquezas no buscamos primeramente el reino de Dios, porque no confiamos en El. Solo debemos servir a Dios y no a las riquezas.

Juan 13:13-14 –El servicio: ser más humildes. Dios nos ha creado los unos para los otros, tenemos el ejemplo en Jesucristo, aprendiendo de él esa capacidad suya de vaciarse para servir a los demás es que realmente llegaremos a una libertad plena y por ende alcanzaremos la felicidad a la que aspira todo ser humano.

Isaías 6:1, 5-8 –La purificación y santificación: necesidad de reconocer nuestros pecados ante la santidad divina y ser purificados y santificados para poder servirle.

Romanos 12:1-2 – La santificación y consagración de todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo al Creador que nos ha llamado a la comunión con su Hijo Jesucristo lo que implica una transformación espiritual de tal manera que la renovación interna sea un proceso del cual toda nuestra vida sea nueva en sus motivos y fines.

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