viernes, 21 de agosto de 2009

En qué creemos ?

1. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo y que esta inspiración es plenaria, o sea, inspirada en su totalidad por Dios.
2. La inspiración no constituyó por parte de Dios una violación a la integridad humana de los autores literarios, sino que respetó en los santos hombres que redactaron el mensaje divino sus respectivas personalidades, su lenguaje y las circunstancias históricas, geográficas y sociales que les toco vivir (2 P.1:21). La inspiración no es un dictado mecánico y permitió capacitar a estos siervos a comunicar la revelación sin errores. La Biblia tiene un factor humano en su composición, así como Cristo fue el Logos de Dios humano y divino a la vez la Biblia es humana y divina a la vez para que pudiera ser aplicada a la humanidad.
3. Creemos en la armonía y coherencia plena de la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Su infalibilidad y carácter eterno. En las páginas de la Biblia no hay contradicciones doctrinales, porque su Autor supremo, que es Dios, no se contradice a sí mismo. Uno de los atributos de Dios es su Inmutabilidad, sus principios morales y palabras no cambian: (Sal.102:27) "Pero tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán",-- (Mal.3:6) "Porque yo Jehová no cambio", -- (Stg.1:17-18) "todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" , -- (Sal.119.89) "Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos",-- (Is.40:8) "Sécase la hierba, marchitase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre"
4. La Biblia es la suprema autoridad ante cualquier modo de interpretar sus enseñanzas, por tanto la Iglesia no determina lo que la Escritura enseña, sino que la Escritura determina lo que la Iglesia debe enseñar. La Biblia es para el cristiano regla de fe final y normativa para la iglesia en el Nuevo Testamento:
(2 Ti 3.16-17) "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
5. La Biblia como palabra de Dios, por su perfecta armonía y coherencia se constituye ella misma su mejor intérprete, porque su enseñanza es uniforme. Esto queda demostrado por los pasajes paralelos doctrinales que respaldan cada una de sus doctrinas y los pasajes análogos que confirman en el Nuevo Testamento las enseñanzas y cumplimiento de las profecías anunciadas en el viejo Pacto. Esta es la única manera de comprender correctamente el mensaje de Dios en sus páginas. Es imposible estudiar y entender el Nuevo Testamento si primero no estudiamos y comprendemos el Antiguo Testamento. La revelación en las Escrituras es perfectamente orgánica y en constante progresión que culmina en Jesucristo en el Nuevo Testamento.

El libre albedrío :

Creemos en lo que nos enseña la Biblia con respecto al libre albedrío o capacidad del ser humano de elegir consciente y libremente entre el hacer el bien o el mal, las Escrituras no solo nos dicen , sino que también tratan el asunto práctico en cuanto a . Esta capacidad de escoger está dada en el hombre producto de ser creado a imagen y semejanza de Dios. En Efesios 2:18 encontramos estas palabras "…creados en Cristo Jesús para buenas obras" que nos indican que Dios creó al hombre para que conscientemente eligiera por las buenas obras. En el Antiguo Testamento encontramos en Deuteronomio 30.15-16 "Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella"
La Escritura es portadora de todo un sistema ético, o sea, un conjunto de normas a los que debe responder el hombre y que definen su conducta "ENTRE LOS HOMBRES TENDRÁS LA REPUTACIÓN QUE MEREZCAS POR TUS ACTOS; TE QUEDA POR DECIDIR QUÉ REPUTACIÓN DEBE SER". Charles Lamb (escritor y poeta inglés). En la Biblia el individuo es constantemente confrontado frente al mal (que genera muerte) y el bien (que significa vida) y es siempre invitado por Dios a que escoja libre y conscientemente por el bien y por la vida (Dt.30:19). ¿Por qué Dios nos doto del libre albedrío? Dios desea ser glorificado y honrado por el servicio voluntario y consciente de sus criaturas.
Creemos firmemente que la Biblia establece un juicio ético y moral único, infalible y eterno para la humanidad. La religión y la ética están indisolublemente unidas, podemos guardar hasta el más mínimo de los detalles externos de la ley de Cristo: ir asiduamente a la iglesia, estudiar la Biblia, predicarla, pero si conscientemente no hacemos en la práctica lo que es bueno y recto para Dios entonces estaremos practicando una religiosidad vacía e hipócrita. Un principio básico de la ética cristiana en el Nuevo Testamento es: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, porque esto es la ley y los profetas. (Mateo.7:12).
La Biblia nos enseña terminantemente que ni en sentido positivo o negativo puede ser Dios el autor de lo malo: es el hombre quien con sus malas elecciones provoca las guerras, el hambre, la prostitución , las plagas, el incremento de nuevas enfermedades, la injusticia, el deterioro de la naturaleza y la degradación de los valores humanos en la sociedad moderna.
Si hay una porción del Nuevo Pacto donde se manifiesta plenamente esta doctrina es en el Sermón del Monte (Mt.5), donde se presenta el verdadero sentimiento y la actitud de espíritu en cuanto a pensamiento y voluntad que encuentran su expresión más sublime tanto en palabras como en obras. La fuente primaria de obediencia se halla en el amor de Dios. Cuando se le preguntó a Jesús cuál era el primer y gran mandamiento El replicó sin vacilar: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y toda tu alma… y toda tu mente. (Mt.22:37).

La encarnación :

"Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo" (2 Jn.7)
El nacimiento de Jesús es la mayor prueba de que nuestra fe responde a la Revelación de Dios en la Biblia. Dios demostró su infinito amor al mundo con la encarnación del Logos. Es imposible creer en el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo y estar de espaldas al mundo, ignorando el gozo y la tristeza, la esperanza y la angustia del ser humano. Producto de la encarnación del Verbo todo lo verdaderamente humano tiene eco en el corazón del cristiano y en la iglesia del Señor. Tan es la importancia de la encarnación que sin este evento no podía haber expiación por nuestros pecados: (Heb.10:5-7) "Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad"
Las Escrituras afirman que: (Jn.1:14) "aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" --(Heb.2:14) "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo". El Verbo eterno se encarnó en el vientre de una mujer común y corriente, no fue un espíritu divino tomando la apariencia de hombre. Su naturaleza humana fue plena, como lo era su divinidad, no admitiendo ningún pecado en su ser, ni tampoco adquiriendo ninguna adición o ventaja por su unión con la naturaleza de la Deidad.
La encarnación del Verbo implicó la aceptación de un cuerpo y un alma humana. Jesús dijo a sus discípulos: "Ahora está turbada mi alma" (Jn.12:27). En otra oportunidad dice: "Mi alma está muy triste" (Mt.26:38), "aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt.11:29) "se regocijó en el Espíritu" (Lc.10:21). Jesús sintió hambre (Mt.4:2), sed (Jn.19:28), se cansó (Jn.4:6), sufrió dolor corporal, sufrimiento emocional, murió y fue sepultado (Mt.27:33-36; Mr.15:22-47; Lc.22:44; 23:26; Jn.19:16-42). Estas debilidades propias de la naturaleza humana no eran una necesidad de su naturaleza, sino por escogimiento libre de Jesucristo para que se cumpliera el plan de salvación del Padre para el hombre.
Por causa de nosotros, el Cristo participó voluntariamente de la debilidad humana y en todas las cosas fue tentado y probado "hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos (Heb.2:9), "Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos" (Heb.2:10).
Cristo fue al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Cuando la Escritura afirma que en Cristo habitó la plenitud de la Deidad fue en su condición de Hijo de Dios y este texto afirma su divinidad como el Verbo hecho carne (Col 2.9) "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". La humanidad de Cristo fue asumida bajo las condiciones que pertenecen al proceso de desarrollo común en todos los seres humanos, por esta razón Cristo es llamado el Hijo del Hombre (Mt.8:20), como realización perfecta de la providencia divina. En la medida en que aceptemos nuestra propia humanidad y el drama que caracteriza nuestra existencia estaremos preparados para aceptar la verdadera humanidad y la divinidad del Hijo de Dios y su vida cargada de conflictos, tribulaciones, tentaciones, dolor, misericordia, incluso el celo por la casa de su Padre (Jn.2:17).
Si aceptamos lo que nos enseña la Biblia sobre el nacimiento y la vida de Jesús tomaremos en serio su encarnación y vaciamiento, en esta misma proporción nos aceptaremos a nosotros mismos con toda nuestra fragilidad y miseria, entonces comprenderemos en toda su magnitud el amor y el perdón de nuestro Dios por medio de su Hijo unigénito. Todo aquel grupo, iglesia, o secta que confiese la fe cristiana de manera real debe creer en la encarnación de Jesucristo (1 Jn.4.3) "y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo"

No hay otra Revelación :

No hay otra REVELACION que la que está registrada en la Biblia. No habrá otra Palabra, profecía o enseñanza que la de Cristo, la Revelación de Dios para el hombre ya está concluida en Jesús de Nazaret y no pasará de ser, en virtud de ser alianza nueva, definitivamente establecida por Dios.
Las iglesias de Cristo no tienen que prestar oídos a otras supuestas revelaciones, hasta el retorno de nuestro Señor. Jesucristo es el único y eficiente mediador y en El está toda la plenitud de la Revelación para las iglesias. Dios en su soberana voluntad nos ha dicho todo lo que quería develarnos en su Verbo (Heb.1:1-2). Es Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre la Palabra última, perfecta e insuperable de Dios Padre en el poder del Espíritu Santo. En el humilde carpintero de Nazaret lo dice todo. La Escritura nos enseña que la ÚNICA ley de fe y práctica autorizada divinamente para la iglesia del Señor es la ley del Espíritu (Ro.8:21), que no es más que la ley de Cristo develando la voluntad divina y su naturaleza Justa y Santa, sin cambios o mudanzas, debidamente documentada por los apóstoles, profetas y evangelistas en el Nuevo Testamento.
Fundamento escritural: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo (Ga.6:2) "el cual a si mismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu, porque la letra mata, mas el espíritu vivifica" (II Co.3:6)". "Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace" (Stg.1:25).
Toda la teología como razonamiento acerca de Dios y consecuentemente la predicación cristiana tiene su único fundamento en la revelación registrada en la Biblia, su testimonio es el cumplimiento de la profecía, por cuanto este testimonio es la última y definitiva palabra con referencia al pecador y la forma en que puede alcanzar la redención, (Mr.16:16). Los cristianos no necesitan añadir revelaciones especiales por que la revelación es la perfecta ley, la de la libertad del pecado, y a lo perfecto es imposible añadir nada.
Las iglesias de Cristo no pueden aceptar revelaciones que pretenden neciamente superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. El mismo Jesús ordenó a su iglesia no añadir ni quitar una palabra de sus enseñanzas y guardarlas fielmente en la instrucción de su iglesia hasta su regreso: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mt 28.19-20).
El Espíritu Santo sella y legitima para la eternidad la autoridad inalterable de la Biblia con su propio testimonio: "Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús" (Ap.22:18-20)

La Santidad es la Norma de Vida del Cristiano :

John W. "No se puede dividir lo que creemos en cuanto a Dios de lo que practicamos en la vida diaria"
Dios es SANTO. La doctrina bíblica de la santidad tiene su origen en la naturaleza de Dios. La santidad y sus aplicaciones en la Escritura, en las personas, y en las cosas, es derivada de su naturaleza o carácter. La santidad de Dios es la perfección de su excelencia moral. Es el principio normativo de sus actos, y por tanto es la norma de vida de sus criaturas (Ex.15:11), (Is.6:3), (Ap.4:8; 15:4).
"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mt.5:48). ¿Cómo puede un pecador ser santo? Esto solo es posible por el sacrificio de Cristo y su evangelio. La ofrenda voluntaria y propiciatoria de Jesús restaura al hombre y lo hace partícipe de la naturaleza divina.
Por medio del Espíritu Santo en el acto del bautismo la santidad es impartida y se hace accesible al hombre a pesar de su imperfección, en virtud del amor divino, (Jn.3.5-7) "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo". Esta enseñanza nos manifiesta la gracia de Dios en nosotros por la obediencia incondicional a su palabra, la Biblia: (2 Tes.2.13-15) "Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,….. que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo…. hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido"
¿Es la santidad algo pasado que pertenece al Antiguo Pacto? No, el Nuevo Testamento exige al cristiano una nueva manera de vivir… "sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (I P.1:15-16). No podemos separar nuestra fe y el servicio a Dios de nuestro estilo de vida. El cristiano debe ser la persona que sirve a Dios con un corazón puro: "Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días" (Lc.1:74-75).
La Biblia nos enseña que es posible y necesario vivir una vida de santidad en este mundo, no es una opción es un mandato de Dios (1 Tes.3:11 :12). Dios no cambia, él le pide a las iglesias de Cristo que vivan en santidad, lo mismo que le exigía a su pueblo Israel en el Antiguo Pacto. Los judíos fracasaron porque pensaron que el servicio a Dios y la adoración estaban separados de su manera de vivir. La iglesia del Señor de nuestros días debe siempre recordar que no son las aplicaciones externas del patrón bíblico algo separado de nuestra manera de vivir, que la santidad es la norma de vida del cristiano, la religión interna que nace del corazón, la rectitud moral de nuestras vidas, así podemos alcanzar el cielo: (Heb.12.14) "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor"

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